Algunas ideas sobre la película «La razón por la que salto»

Por Gabriela Fabre, artista y docente de la Universidad de las artes

Sobre la película “La razón por la que salto”, me he quedado con los nombres de sus protagonistas y las imágenes que los representan. Cada uno haciendo presente su singularidad.

 

El caso de Amrit, que pasaba el crayón por el mismo lugar muchas veces hasta que rompía el papel, según su madre, me interesa la repetición como la insistencia en encontrar una vía para decir, para contar, para ser vista y ser tomada en cuenta. Y lo que ha resultado de esa insistencia se transformó en una bitácora visual de su vida, de su entorno, de lo que llama su atención y lo que produce en ella. Sus dibujos y pinturas me convocaron profundamente por la manera en la que resuelve de forma figurativa las imágenes, y eso me hace cuestionar una vez más los procesos mentales que se dan para realizar el ejercicio de representar la realidad, es como si tuviera una cámara de fotos en sus ojos, que produce imágenes en cada parpadeo, y esto es evidente en la exposición que realiza y la vasta cantidad de pinturas que la componen. Tal como se menciona en la película, ella va construyendo sus imágenes del detalle a lo más general, a diferencia del resto de personas que miramos primero el todo y luego caemos en cuenta en los detalles. Esta forma de percibir el mundo es muy artística.

 

Por otro lado, y contrario a Amrit, está Joss produciendo trazos que son totalmente desordenados y aleatorios, en algún momento una monocromía en otro una bicromía, que me remiten al movimiento artístico del expresionismo abstracto. En el gesto de Joss cuando raya el papel con un lápiz rojo con intensidad y angustia, muestra un proceso muy poco percibido en el arte, porque cuando las obras de arte se muestran, muy poco se sabe del proceso, de las condiciones en las que se hace y de todo lo que ocurre en el cuerpo, en la gestualidad. Para es imprescindible pensar en Jackson Pollock goteando pintura sobre un lienzo acostado en el piso, y el recorrido que hace caminando, inclinándose, estirando los brazos, para abarcar los interminables metros de tela. Al igual que el concepto del campo de color como lo plantea Willem de Kooning, en el sentido de manifestar la intensidad emocional a través de las rayas, de señales, de color, en los que se va descubriendo una impresión, una agitación. Y por último, me interesaría mencionar a las obras de Mark Rothko y la analogía que me permito realizar con la fijación de Joss con el sonido de los transformadores de energía. En estas obras que se componen de amplios campos de color borrosos, rectangulares, con límites no definidos, hago un ejercicio sinestésico escuchando como un mantra a los transformadores.

 

También hay una imagen en la película que me resulta muy poética, cuando Joss está haciendo burbujas de jabón en la residencia donde sus padres decidieron que debía estar, exactamente cuando la cámara logra mostrarnos las burbujas hechas por Joss que se adhieren a la malla metálica y luego él mismo las toca para que desaparezcan. Me interesa pensar en la fragilidad que nos permitimos sentir y la dureza del mundo en el que transitamos todos los días.

 

De Benn y Emma, en el uso de las plantillas con las imágenes de las letras del alfabeto lo percibo no solo como una herramienta sino como un medio, y aunque mi campo de conocimiento está más ligado a la creación de imágenes, pienso en cómo se estructura el lenguaje verbal y el escrito y se me ha presentado una inquietud, una vez más, en los procesos de escritura de los poetas, de los novelistas, de quienes analizan las palabras y sus significados, también de quienes las crean, de sus orígenes y el sentido filosófico que hay detrás de todo. Cuando digo esto me es inevitable pensar también en los límites del lenguaje, en esos bordes en los que algunas veces nos encontramos, cuando no sabemos qué decir o qué palabra usar para definir o concretar lo que nos pasa y lo que sentimos. Tengo en mente la imagen de un engranaje para ilustrar cómo está estructurado el lenguaje, que se va construyendo a medida que crecemos, y que a veces se detiene, a veces funciona de distinta manera, y a veces no es un engranaje, puede ser otra cosa, y eso que no preciso y me inquieta es posiblemente lo que sucede con Ben y Emma.

 

Finalmente, con Jess, he fijado mi atención en la cinta roja con bordes dorados que manipula constantemente, que a ratos la mira fijamente, en otros no, pero que no la suelta, la mantiene enredada en sus dedos, casi como si formara parte de su propio cuerpo, es como si esa fibra la conectara a una realidad tangible. No es cualquier cinta, es una que por sus características posiblemente le permite manifestar su lugar en el mundo, le permite mostrar su singularidad.

 

No estoy intentando descubrir el agua tibia, pero he encontrado que la condición del autismo no verbal es similar (con particular distancia) a lo que nos sucede a muchos artistas. Si revisamos la Historia del Arte nos toparemos con una vasta lista de nombres de autores que hallaron su voz en los trazos del dibujo, en las pinceladas y sus distintas técnicas, en darle forma a una pella de arcilla, a una piedra, en el movimiento del cuerpo, en los sonidos y en las palabras.

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