Nora me acompañó, como a muchos, en varias etapas académicas.
Recuerdo, durante las prácticas preuniversitarias, ella insistía: «queridas, hay que tener cintura política.»
Esas eran sus palabras cuando uno se encontraba tratando de posibilitar, dentro de una institución, un espacio donde algo del discurso psicoanalítico pueda al menos quedar resonando para un sujeto.
Sin duda, sus decires y particularidades harán eco por largo tiempo.