De la intimidación a la intimidad
Por: Lizbeth Solís
Hoy lo extranjero porta un nombre que despierta inquietante extrañeza alrededor del globo, nos interroga por no ser un completo extraño, antes lo hemos visto bajo otros nombres MERS-CoV y SRAS-CoV. En esta época surge como una cepa no conocida antes en el ser humano, acompañada de un conjunto de cifras escuetas que nos dejar ver los desafíos de los sistemas políticos de las grandes potencias, las realidades del sistema de salud que son negadas con fuertes campañas publicitarias y lo que Lacan ya había dado cuenta en su sentencia sobre el mandamiento bíblico de “amar al prójimo”.
José Fernando[1] en su texto Psicosis ordinarias nos recuerda que nuestra sociedad se ve marcada por la presencia de los medios de comunicación de masa, con el predominio en esta época de las redes sociales, las cuales surgen como espacios para lo ominoso, lo insoportable sin ningún tipo de mediación frente a la cual un sujeto se desplaza en los polos que van desde la perplejidad frente a los restos que hoy deja una enfermedad, hasta la certeza ante las diversas teorías sobre el origen del virus.
Plataformas como Facebook en sus normas comunitarias incluye un mensaje de advertencia para imágenes de “contenido gráfico o violento”, las imágenes no desaparecen son inmortales en lo virtual y del lado del espectador nos encontramos con el goce de quien no logra apartar la mirada, del que repite los audios sobre lo que sucede en un mundo que se vuelve distante en el aislamiento o el del que encuentra formas para arriesgar su propia vida.
Es la presencia de un real que impacta en los más singular de quienes enfrentan lo traumático del puro presente, hoy nos vemos interrogados por la variedad de manifestaciones de la pasión, de los objetos y modalidades del goce de los que se sirven los sujetos. En los últimos días enfrentamos una realidad que nos atañe, la dignidad, nos encontramos con cuerpos reducidos al estatuto de desecho quedando despojados de toda humanidad, restos biológicos, apilables y desconcertantes. Los cuerpos no aparecen ya velados ni por palabras, ni por rituales o ataúdes.
La indignidad está ahí en el sujeto reducido al nivel de la cosa, a partir del Seminario 8: La transferencia[2], concebimos la indignación como una pasión que se enlaza a lo singular, surge entonces cuando algo ha calado en lo más íntimo. El modo en que este se presenta puede incluir o no la violencia, el 06 de abril se reporta en el diario el Metro[3] de la detención de un hombre por el delito de “actos de odio”, el mismo diario publica en sus medios digitales el video por el cual es detenido, video en el cual se escuchan insultos y datos que ya han poblado desde semanas atrás las redes criticando las acciones del gobierno frente a la crisis sanitaria actual. Los altos funcionarios no escapan de la indignación.
Nos dirigimos en una torción ética que va en ese movimiento de la indignación a la dignidad, la ética del psicoanálisis nos plantea el juicio de la intervención del analista, en el Seminario 7 Lacan[4] explica que el psicoanalista para sostener su función debe pagar con algo y plantea que paga con su propia persona por la transferencia y con palabras, de esta ultima forma de pago explicará que se trata de un acercar en las palabras, la relación de un sujeto con su goce. La pulsión parcial permite el agujereo frente a la angustia en esas piezas en las que el sujeto no se reconoce.
Gérard Miller[5] en su film “Rendez-vous chez Lacan”, muestra el testimonio de Suzanne Hommel quien al final de su narración dice “y esa sorpresa no disminuyó el dolor, pero hizo algo más (…) fue un gesto que apelo a la humanidad”, se trata del analista que hace una apuesta en un acto del que no hay retroceso y que se sostiene en su propio deseo, Lacan define el acto en tanto que “acontece por un decir a partir del cual el sujeto cambia”[6]. Hoy el discurso que nos acompaña es el del distanciamiento social, la prohibición del contacto ¡No tocar!, pero no nos quedamos en tocar del tacto sino en el acercamiento frente a ese toque de lo real que invade y desestabiliza.
Hoy más que nunca tenemos espacios para la intimidad, hoy no nos aturden las actividades del diario vivir, hoy nos encontramos a solas en medio de una crisis a doble faz, un final y un comienzo, los grandes hitos de la historia nos recuerdan que al final de cada época encontramos en retorno de lo peor, de presentaciones más feroces del goce. Retomamos para la práctica los principios del psicoanálisis que orientan nuestra accionar en la vía del desamparo fundamental y del desecho, de lo que no entra en el ideal. Lo íntimo del consultorio que hoy se desplaza a la intimidad del uno a uno a través de los medios que nos permitan un nuevo modo de acercamiento, para tratar allí lo que invade.
[1] Velásquez, J. F. (2018). Psicosis ordinaria: Una mirada desde la clínica borromea. NEL-Santiago: Santiago.
[2] Lacan, J. (2008). Seminario 8: La transferencia. Buenos Aires: Paidós.
[3] https://www.metroecuador.com.ec/ec/noticias/2020/04/06/detienen-hombre-comentarios-negativos-redes-sociales-guayaquil.html
[4] Lacan, J. (1988). Seminario 7: La ética del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.
[5] https://www.youtube.com/watch?v=NaECIYmnYuk
[6] Lacan, J. (2012). Otros escritos. Buenos Aires: Paidós. Pág 395.