El duelo de mi analista

Por: Nabila Bellio 

“Un analista no es omnipotente” resonó en mi sesión.  Antonio se refería a una problemática de trabajo que llevé al análisis.  Y mi analista no fue omnipotente ante la muerte, lo constato dos días después de mi última sesión. Un acontecimiento im(pacta)nte fue confirmar la noticia.  La negación actuó por excelencia como un intento para evitar la dolorosa realidad. 

El pacto analítico se ha roto.  El vínculo transferencial fue irrumpido por una contingencia “instantánea”, significante que tomo de su amada esposa al ponerle palabras a lo que ocurría durante su velorio. 

Recuerdo mi encuentro con el psicoanálisis y la elección de analista.  Me intereso de manera seria a partir de las clases de Ana Ricaurte.  Continúo con mis prácticas pre profesionales bajo la dirección de Nora Guerrero, quien nos recomienda impetuosamente, asistir a análisis.  ¿Pero con quién? No con cualquiera.  Asisto a los seminarios y llama mi atención la pasión con la que transmitía Antonio su crítica, su opinión. No solo se escuchaba sobre psicoanálisis, también sobre sociología, periodismo, arte e historia, en fin, me pareció un espacio de discusión inédito y enriquecedor. 

Me dan su contacto y lo elijo.  

Varios años de análisis y supervisión de casos marcaron mi práctica clínica con orientación psicoanalítica.  Los efectos de su amabilidad aún resuenan en mi ejercicio profesional. 

Escribo en un intento de rescatar mi me(moria), no des(fallecer) como forma posible de salvarme de esta “turbulencia emocional”. 

¿Duelo?… ahora encuentro esto un tanto paradójico. Durante cinco años laboro en un espacio llamado Unidad de Duelo, acompaño a las personas que enfrentan una pérdida. Pero la muerte del analista representa un duelo distinto.  ¿Cómo elaboro la pérdida de mi analista, si no es mediante un proceso analítico? 

Vacío… 

¿Qué se ha perdido? O ¿A quién se ha perdido? Un espacio.  La escucha sin prejuicio.  Los silencios.  Los sonidos.  La risa.  El humor.  Un analista, un padre, la pareja de una amiga, un amigo para algunos, un miembro del movimiento psicoanalítico en Ecuador.       ¿Cómo nos deja la muerte? El analista ha dejado vacío su lugar, con una falta, con un agujero en lo real, con un análisis interrumpido. 

¿Cómo será La Nel sin Antonio? Sin duda nos hará falta. El comentario confrontativo pero con un tono humorístico, siempre invitando a la reflexión y aportando a la escuela.  Leal a la causa psicoanalítica. ¿Los carteles y espacios de producción académica? Notarán su ausencia y se extrañará sus enseñanzas. 

¨Siempre habrá algo más que decir¨, mientras tanto no me voy a afanar.  Y como efecto de su muerte, ahora escribo. 

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*
*