Relectura del libro de JAM Política Lacaniana, Capítulo Sexto: “El acto entre intención y consecuencia”

Por: Juan Pablo Bitar

Comento brevemente antes de empezar, que la relectura de este capítulo, el sexto y último del libro de JAM llamado Política Lacaniana, será realizado de forma inversa, de atrás hacia adelante, con la finalidad de articular una lógica en el mismo.

Quisiera comenzar con el último apartado, el número once, denominado “el respeto”.  Considero que desde aquí debemos arrancar, en tanto que este significante tiene una connotación positiva o negativa, y da cuenta de cierta reciprocidad, podemos decir que se respeta al otro para ser respetado por él.  Miller nos indica que la reciprocidad es la caída de la relación subjetiva en el estadio del espejo, por tanto, en este punto de cierre del capítulo, Miller nos indica que no hay que ser recíprocos, sino por el contrario golpear al otro de buena manera, atravesar este plano imaginario, es decir, responder un acto y por sus consecuencias, especialmente de las que no se conocen y que habrá que asumirlas.

El psicoanálisis no se produce sin medios, la Escuela no parte de cero, parte de gente, gente que se reúne, personas que tienen sus propias subjetividades, pero que podríamos suponer que en el horizonte tienen un deseo, un deseo que como resaltó Piedad hace dos reuniones anteriores, es un deseo puesto a trabajar en la escuela.  Me animo a decir también que es un deseo que por momentos es puesto a prueba, aun siendo muy singular.  Puede ser también un deseo con respuestas dirigidas a buenas intenciones e incluso a tener una respuesta de no, pero como sabemos, la política lacaniana es una política de la insistencia, una insistencia por hacer salir al deseo oculto tras las buenas razones y la buena intención.  Es decir, por momentos podríamos pensar que es una idea un tanto descabellada, pero no habría que satirizarla, en tanto que puede ser que se encuentre dentro de la ética que incluya al Otro, una ética que él la denomina ética de las consecuencias.

Miller dirá que los actos son gestos y estos dependen de sus consecuencias, por lo tanto, hay que juzgar al acto por su consecuencia.  La forma común, de lo que yo puedo llamar la psicología del sentido común, es a través de la ética de la moral, de la buena intención, de la buena fe; una ética del para todos que es incompatible con el psicoanálisis.  Lacan implica a la consecuencia, inscribe el acto en el mismo estatuto de la consecuencia, se puede decir que el acto es un comienzo, pero sólo se lo podrá juzgar retroactivamente, por lo tanto será necesario esperar para saber si fue “efectivo”, y deberá ser juzgado por la ética de las consecuencias, una ética que incluye al Otro.

Hay un planteamiento que considero algo importante en el punto cuatro, que es la cuestión del acto.  Miller nos dice que “la causa de todo es la cuestión de la formación del analista”.  Al leer esto, puedo asumir que es la causa de la escuela.  Con esto puedo preguntarme: ¿Cómo una escuela como la nuestra podría formar a los analistas?  Si bien, el intento de formular una respuesta fue objeto de una reunión de escuela, en donde luego de la intervención tanto de miembros como asociados, se pudo denotar que cada uno pudo responder desde su singularidad, desde la soledad de las ideas e incluso desde una iniciativa propia.  Esto me hace recordar algo de lo que Antonio Aguirre nos decía en alguna de las reuniones anteriores, “la escuela es un grupo de dispersos y dispares”, de varios que tenemos diversas opiniones.  

Retomando a Miller, podría decirse que la escuela está hecha para vivir un malestar, un malestar que talvez no se lo deba de tratar, sino de dejarlo estar, un malestar que incomode al grupo social analítico, es decir, puedo pensar que los miembros, asociados, amigos de la escuela estamos cómodos con nuestros pequeños grupos, con quienes nos gusta trabajar, pero algo de eso es lo que se debe de irrumpir, creo que la idea sería de trabajar, no tan solo con quienes nos caen bien, sino tal vez, por momentos debemos de trabajar con quienes nos caen mal, seguramente el trabajo con ellos generaría el malestar y creo que eso fomentaría el trabajo propio de la escuela.

Quiero cerrar este texto hablando del primer apartado denominado “la presión del presente”.  Miller aquí menciona que las tres conversaciones dadas en el seno de la AMP para aquella época eran “ensayos de política lacaniana”.  Estas conversaciones fueron las de las psicosis ordinarias, Arcachon, Angers y Antibes.  Hoy en día, la presión del presente apunta hacia el “año trans”, hacia lo trans, y tomando lo que Miller nos dice en este apartado, podríamos pensar que hay una posibilidad muy amplia que de todo lo que existe para estudiar, que la presión que existe por estudiar este tema, por decir algo sobre este tema, nos venza; sin embargo, como nos dirá Miller en este apartado, la mayoría de las veces primero hay que hacer las cosas y después despejar los principios. 

Por lo tanto, la escuela talvez no sea un refugio de tranquilidad, es un lugar donde hay un malestar presente, un malestar de diversos y dispares, con sus diversos actos que tienen sus diversas consecuencias, pero podría ser un lugar donde se ponga a hacer algo con ese malestar, donde ese malestar pueda producir algo de lo que sería ser un analista, incógnita que sigo manteniendo.

Guayaquil, 25 de junio de 2021

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