La geopolítica del psicoanálisis
Antonio Aguirre
Arte: Mall, Sammy Chong
Los analistas de la AMP se esfuerzan en un cometido: pasar a la Acción Política, entendida como Acción Lacaniana. Para ello se parte de un examen de actualidad, de amplitud variable:lo europeo, lo nacional, hasta lo global.
Se trata de interpretar al Otro de lo social, hablando su lengua para decirle lo que no quiere escuchar( Miller). Lacan atinaba: lo que se olvida tras lo que se dice en lo que se escucha.
Pero, ¿qué es este Otro de lo social, al que habla esta interpretación? Parece fácil, es el mundo globalizado del capitalismo, asociado a la técnica y, aunque no se está seguro, a la ciencia. Allí se encuentra enjaulado el sujeto. O mejor, el parletre que habla y goza de hablar, con su cuerpo.
La política plantea un pensar, decir y actuar aquí-ahora. Se trata del capitalismo de nuestro tiempo, de nuestros días y de lo venidero inmediato. Falta definir el «aquí» de este discurso capitalista.
Porque discurso capitalista hay en EEUU, en toda Europa, en Rusia y por supuesto en China. Hay lugares ejemplares: los Tigres asiáticos.
Y luego también se suman los territorios de la llamada resistencia, de la incansable búsqueda de un supuesto horizonte emancipador. Son los estados populistas que se agrupan y se identifican frente a un enemigo estratégico, los EEUU, y que tácticamente se pueden resistir a los europeos. Rusia, China, Cuba, Irán, Bielorusia, hasta Corea del Norte, son aliados de este bloque. Cada uno con sus cálculos.
Hay que comprender que en sus esfuerzos de hegemonía, de sostener el poder estatal de izquierda, los regímenes populistas tengan que participar en el mercado capitalista. Lo hacen plenamente. Suministran materias primas, importan bienes y tecnología, se asocian con corporaciones . El estado , su jerarquía burocrática, se queda con la parte del león. La filantropía estatal asegura una masa demandante de más participación rentista. Una masa inquieta, siempre al borde de la guerra civil, contra el enemigo señalado.
Los gobiernos populistas no trafican con el capitalismo desde sus márgenes. No son los comanches – bravos, salvajes y atroces – que comerciaban con los colonos de Norteamérica, y también los mataban y saqueaban. En esto se equivoca Ernesto Laclau, cuando compara el lumpen reclutado por los populistas con las tribus de indios. Los príncipes y caudillos tercermundistas niegan su complicidad con el discurso capitalista, sus lazos con el mercado mundial. Si las masas tercermundistas encarnan el alma bella, sus líderes han perfeccionado los mitos de la propaganda.
Imaginamos un cuadro global del discurso capitalista. Todo está en ese discurso, nada queda fuera: países, regiones, bloques. Esta visión redondea un mundo perfectamente esférico, como les advertía Lacan a los izquierdistas en Aun, criticándolos.
Que el discurso capitalista sea omnipresente no quiere decir que todos los países y regiones sean la misma cosa. Que da lo mismo vivir en Francia que en Rusia, que la vida en Venezuela sea la misma que en España o los Estados Unidos, la China , Irán o Israel. El Otro social es también uno-por-uno.
Por supuesto, la miseria subjetiva, el sufrimiento del cuerpo y la mente, no anida exclusivamente en un territorio, o en una cultura. El síntoma es consustancial a lo humano. Entonces, ¿qué nos permite decidir y elegir en el aquí-ahora? Para nosotros, psicoanalistas, no puede ser otra cosa que las condiciones de existencia y supervivencia de la práctica analítica, de su trasmisión, de su Escuela, de la libertad para pedir un análisis por cuenta propia, sin pedir la autorización del que se ha apropiado del lugar del Otro.
Se ubica una cita de Lacan señalando que el discurso capitalista forcluye la castración, por tanto las cosas del amor. Había capitalismo en la Francia de Lacan, pero también había psicoanálisis, castración, y cómo no, las cosas del amor. Hay que leer lo que los mismos marxistas, los honestos, decían: un modo de producción es un concepto abstracto, lo que existe son «formaciones socio-económicas», realidades históricas, acumulativas, desiguales y combinadas. Las colectividades no son solo discursos, más bien parecen nudos, enredos, historias engendradas con lalengua , fantasmas, imágenes reinas, siempre abotonados por un síntoma. La teoría de los discursos es importante conceptualmente, el nudo es real.
Parece una mejor dirección cuando introducimos otras variables para hacer nuestra política. Bastarían tres o cuatro, con lo real como incógnita tercera. Por ejemplo, está el registro de la religión, pasado de largo por algunos colegas. No por otros que tratan de poner en juego ese vector. ¿No está claro, sobre todo para nosotros los psicoanalistas, que la religión, ha estado ahí siempre, mucho antes que cualquier modo de producción, mucho antes que la ciencia y la técnica ? Lacan pronosticaba el triunfo de la religión, no del capitalismo, ni de la técno-ciencia que son incapaces de dar sentido al angustiado parletre, que siempre, esté donde esté, se siente una víctima tercermundista. Si algo podemos argumentar, y ya se ha hecho (Bassols), es que el consumismo técnico, agranda la sed de sentido religioso. Si no veamos el tour mundial del papa.
Sin embargo es otro paso el que podría alumbrarnos a la hora de hacer política aquí-ahora. JA Miller ha hecho su comentario reciente sobre Grecia, con la información de «apoyo» de…Stratfor Global Intelligence. Nada menos y nada más. Como sabemos Stratford es un think tank norteamericano (se recibe sus informes con una sencilla suscripción), que piensa el mundo como países y bloques en tensión. Esto es lo que conocemos como geopolítica.
Robert Kaplan ha sido director de Stratfor. Un libro que escribió se titula «Warrior Politics. Why leadership demands a pagan ethos». Plantea que en el dilema político no se escoge entre el bien y el mal, sino muchas veces entre lo malo y lo peor. ¿Cinismo? ¿Realismo? Podría ser más pertinente que los estudios culturales psicoanalíticos sobre el capitalismo occidental, que poco o nada nos dicen sobre los enemigos del mismo, sobre los abanderados del sentido renovado. Estos también, en distintos grados de fervor, odian al psicoanálisis.