Investigación del CID. Urgencias subjetivas: Las manos de T
Las manos de T
Por: Alvaro Rendón Chasi
Va a anunciarnos Jacques Lacan (1953) en Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis[1] que en la urgencia se produce y engendra un rebasamiento de la palabra. Años más tarde dirá el mismo Lacan (1966)[2] que “… el síntoma no se interpreta sino en el orden del significante” añadiendo además que “habrá psicoanalistas para responder a ciertas urgencias subjetivas”.
Freud[3] en 1930 advertía que una de las fuentes de sufrimiento de los seres humanos radica en la dificultad de poder controlar completamente a la omnipotencia de la naturaleza. Haciendo una lectura desde Lacan se presentifica lo Real, encarnado en la imprevisibilidad de la naturaleza, rebasando los soportes imaginarios y simbólicos con los que compactamos y ordenamos los ritmos y cotidianidades culturales. Ecuador experimentó dichos sucesos con el terremoto del 16 de abril/2016.
T es una mujer de alrededor de los 40 años quien, durante el compartir de las vivencias del terremoto en Portoviejo en una experiencia grupal, sale corriendo del comedor hacia el patio trasero de la casa de uno de los cientos de afectados por el movimiento telúrico. La observo que llora durante su tránsito. Inmediatamente un médico del equipo se le acerca a intentar ayudarla. T afirma no sentir sus manos gritando: ¡Mire como se me doblan! El médico conoce de la presencia del equipo de psicología, pidiéndome desesperado que intervenga pues no sabe qué hacer.
Me acerco a T, colocando mi mano sobre su hombro e invitándola a hablar. Me presento y le pregunto su nombre, inmediatamente le comento que la había observado corriendo, pidiéndole que me diga qué pasó. T afirma haberse sentido “identificada” cuando escuchó el llanto de una de sus compañeras al relatar de las muertes y pérdidas por el terremoto, sintiendo inmediatamente “angustia” y viendo cómo sus manos se comenzaban a doblar. T llora por unos minutos y mantengo mi mano en su hombro. Retoma el relato diciendo que no se “había podido quebrar” por sus hijos y que no había hablado con nadie después del terremoto, suceso de hace 4 días atrás. Comenta que al día siguiente del fenómeno natural, junto a su esposo quienes tienen un negocio de embotellamiento de agua potable, intentaron dar ayuda a las personas más afectadas de Portoviejo. La multitud se les abalanzó aquel día por lo que su esposo desistió de la ayuda. T se siente culpable: “No he perdido mucho comparado a otros, debo ayudar”. Le pregunto si antes en su vida había sufrido algo similar con el doblamiento de sus manos afirmando que sí. Aproximadamente 10 años atrás cuando pierde unas maletas con mercadería que había traído desde USA, se produce el suceso de las manos: Après-coup diría Lacan.
Luego de haber estado hablando, T se percata que sus manos ya no se doblan, interrogándome con una sonrisa: ¿Debe ser por la tensión de estos días, verdad? Me sonrío junto a ella y le respondo: Es lo más probable T. Se interesa por mi presencia y por la “psicología”, agradeciéndome haberla escuchado.
Ricardo Seldes (2004) comenta a partir de Eric Laurent que el psicoanálisis ofrece “un modo discreto para escuchar a quienes padecen de la ruptura aguda de la cadena significante” (p. 32) que caracteriza a las urgencias subjetivas. Me percato de esta referencia al invitar a T a mi disposición de escucha de su hystoria. Para el abordaje con las urgencias se tiene presente al inconsciente y al goce con un vector de direccionalidad: “que el que sufre, en una urgencia, tenga a quien dirigirla” (p. 35). Recuerda el autor que al existir la ruptura de la cadena significante se debería hacer surgir al sujeto de la cadena S1-S2 permitiendo que se cree una demanda a través de la escucha: el psicoanalista debe dejarse usar como destinatario de la urgencia pues funciona como espacio para tramitar el goce. En T, tramitar el goce por medio de la palabra hace que sus manos se dejen de doblar: define Lacan al síntoma como acontecimiento de cuerpo. Y no es usual el uso de los significantes: las manos, el ayudar, el dar, la pérdida en la vida de T que comienzan a revelar lo singular de su subjetividad: no ha perdido lo suficiente, no ha ayudado y se ha identificado con el síntoma del Otro. Esto sería material para un análisis… más adelante.
En medio de un par de horas, es posible una lectura de las urgencias. No de las sociales, para ello hubo un sin número de víveres, sino de las subjetivas. Culmino:
“Hace falta, para que la angustia se convierta en un síntoma tratable, un tiempo. […] Es un tiempo subjetivo, el tiempo que hace falta para que el propio sujeto se localice él mismo en lo que puede decir de la experiencia traumática que lo ha llevado a la urgencia. Es un tiempo para preguntarse, ¿qué soy y dónde estoy en lo que digo? Cuando este tiempo llega a producirse, entonces lo que angustiaba toma la forma de un síntoma tratable. Esta es la apuesta que el sujeto de la urgencia puede realizar en su encuentro con un psicoanalista” (Miquel Bassols, citado por Sotelo, 2015, p. 12).
Bibliografía
Seldes, R. (2004). La urgencia subjetiva, un nuevo tiempo. En G. B. (compilador), La urgencia generalizada (págs. 31-42). Buenos Aires: Grama Ediciones.
Sotelo, I. (2015). Dispositivo analítico para tratamiento de urgencias subjetivas DATUS. Buenos Aires: Grama Ediciones.
[1] Texto disponible en http://www.actividadhumana.com/articulos/Articulos_Portada/Lacan/lacan_texto4.pdf
[2] Del sujeto por fin cuestionado, 1966. Texto disponible en: http://psicopsi.com/Del-sujeto-cuestionado-Lacan-escritos
[3] Malestar en la cultura, 1930