Intervenciones a propósito del Seminario: Pasión por el amor, una cara del superyó femenino
Por: Pedro Domenech Acuña
¿Hacia dónde es más conveniente que se dirija una mujer con respecto a sus dos posiciones entre centro y ausencia, un punto medio, es posible. Hasta dónde hay que dejar sacrificar a la mujer su calma por la búsqueda de identidad, esa identidad que no se ha podido definir aún?
Pensaba en las mujeres que van al gimnasio, en las motivaciones que las llevan, en una clase de crossfitt conocí dos mujeres que luego de salir de una relación matrimonial infructuosa prefieren pasar la mayor parte del tiempo en ese lugar. Van a entrenar media hora antes de la clase y se quedan media hora después, sometiendo su cuerpo a un ejercicio excesivo y disfrutando de ello. Como si a las opciones de “la puta” o “la santa” que se menciona, con respecto al goce femenino, se agregara “la gimnasta” como una nueva respuesta de la época.
Una de ellas comentaba que luego de su última relación, ya no quería otra que no fuera un noviazgo como de quince años, donde cada uno está por su cuenta y solo se ven a determinadas horas, donde la convivencia bajo un mismo techo no existe y solo son pareja cuando se ven.
A todo esto, me resuena la idea acerca de “la esencia de la mujer”, ¿qué define a la mujer como tal?, ya había leído en un libro de Colette Soler, “Lo que Lacan dijo de las Mujeres” que la definición de las mujeres está generalmente dada por su relación funcional respecto del hombre, y que su definición como tal no está clara. Vemos que desde las explicaciones de la histeria hasta las del goce, aún hay algo de la mujer enigmático y atractivo. (Característica ya bien conocida más allá de la teoría).