Hacia las Jornadas de Carteles

La Comisión de Carteles de Nel-Guayaquil, que en este periodo (2018-2020) ha trabajado en la Sede con los más-uno de carteles y en lo Regional con la Secretaría de Carteles. 
Considera oportuno animar nuestras Jornadas, presentando de modo aperiódico, el recorrido de un cartel que concluyó su trabajo y nos comparte sus elaboraciones.
Quisiéramos remarcar un fragmento del texto hoy presentado.

«Si el trabajo en el cartel suscita el surgimiento de ese S1 del rasgo propio que se porta en la espalda. El más-uno como provocador-provocado, concluiría con su función en la que, a su estilo, trabajó por la formalización del S1 singular y bregó por la no renuncia al deseo de saber más a propósito de esas cosas (propias) inverosímiles «

La Comisión de Carteles
Ana Durán 
Daniela Negrete 
Mayra de Hanze

CONCLUIR UN CARTEL:
UN MODO DE PONERLE COTO A LA DEBILIDAD AMBIENTE
Aquí tienen, el hombre cubierto de cartas.
Lacan
Jessica Jara de Aguirre

  1. Cumplí la función de más uno en un cartel de la NEL que inició en el 2015 y en el que, a partir del rasgo ofrecido por cada cartelizante al colectivo, titulé: “Nuevas subjetivaciones, fuga de la muerte y amuro”. Escribí una reseña sobre ese momento [i].
  2. El cartel se relanzó como efecto del acontecimiento-Conferencia de Miller en Madrid (2017), tornándose: “ZADIG: Hacia una Nueva República de las Letras” [ii]. Elevándose a un “nivel superior” aquello que, de las nuevas subjetivaciones, abordamos desde “Alerta sobre el Tsunami Digital…” (Miller, Laurent y Chatenay, 2005). Arribamos así con Fumaroli a esa República de las Letras, sobre la que Lacan deseó en 1974: “quisiera ver reproducirse bajo la forma de los psicoanalistas… esa especie de república que hacía que Pascal se carteara con Fermat, con Roberval, con Carcavi; con montones de personas vinculadas entre sí por algo que no se sabe qué es y que se había producido […] que hacía que hubiera gente que deseara saber más…” (Los no incautos yerran, Inédito).                                                                            ZADIG fue apuesta por un litoral más vivible, ante la jerarquía eclesiástica del sentido y la red proliferante digital. Hubo un giro: el paso de las Cartas a la opinión ilustrada de JAM1 a una opinión desde la propia luz interior (JAM2 y Simone Weil). Es también el seguir su intuición, entre certidumbre y saber, que Raquel Cors supo testimoniar.
  3. Finalmente, el cartel devino “Psicoanálisis y Política” [iii]. No hubo progreso en cada movimiento, pero sí escansiones por una permutación de cartelizantes y por la puesta periódica a cielo abierto de los resultados. Allí se evidenciaron las coincidencias y los modos de suplir el desacuerdo rancieriano: la ausencia de relación, lacaniana.

Agradezco la confianza de los cartelizantes dispares en el dispositivo de cartel, el que nos permitió trabajar de modo seriado y dar lugar a la contingencia. Cada uno consintió en participar en Jornadas de carteles, boletines (luego libro Violencias y pasiones), conversatorios del Observatorio 2 de la FAPOL en torno a lo imposible de gobernar y educar. Al final, algunos efectos de subjetivación se notan en sus lecturas más aplicadas, como las del guerrero, y a la vez, no-todas.

El fin se veía como los animales de la enciclopedia ficcionada borgeana: los que de lejos, parecen moscas. Al concluir, uno siente que no sólo se trata de la pura lógica permutativa, pues existe la transferencia. ¡Es para pensar que Lacan se planteara al final, el sorteo para vectorizar! [iv] En cualquier caso, corresponde un esfuerzo por re-humanizar este momento conclusivo; pues, nuestro despegue/decolage, es muy distinto a los imperativos de la época que empujan a romper los lazos.

¿Será que la mosca despega, evitando el pegan a un niño? El trabajo en cartel apunta a hacer-producir ese S1 del rasgo propio en la espalda; entonces, concluir es no quedarse pegado en el comprender e implica un corte. Además, dar una satisfacción al Otro de la Escuela. Una vez cumplido un tiempo lógico, cada uno se despega y despega a otro colectivo con un nuevo nombre.

El más-uno concluiría con su función en la que, a su estilo, trabajó por la formalización del S1 singular y bregó por la no renuncia al deseo de saber más a propósito de esas cosas (propias) inverosímiles. Están como dificultades: el saber triste y la inhibición, el hiperentusiasmo por el proliferante saber en las redes, que obtura las preguntas; la identificación y el pegoteo imaginario.

El más-uno, si bien puede ser cualquiera, tiene que ser alguien y elegido. Requiere un cierto saber-hacer-allí. Al final, con su gesto vivo de paso al costado, un más-uno encarnado, da ocasión al reagrupamiento, para proseguir con el trabajo junto a otros. De ese modo avanza el psicoanálisis.

Para concluir, recuerdo que hace más de diez años, tomando a Ricardo Seldes como testigo en una Jornada de carteles, declaré inspirada en el dilema de los prisioneros: “El cartel, una política sin partido”. Hoy agrego: sin partido (como ZADIG), pero no sin Escuela (aún si ZADIG está junto a la Escuela). Lo anoto, para ponerle coto a la debilidad ambiente, como diría Lacan.  


[i]www.nel-amp.org/index.php?file=Carteles/Boletin-de-carteles/022/Productos-de-carteles/Nuevas-subjetivaciones.html[ii]www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2017/10/LQ-743.pdf[iii]https://dialoguemos.ec/2019/06/en-torno-a-lo-imposible-de-gobernar-o-como-concluir-de-la-buena-manera-un-cartel-2/[iv]www.wapol.org/es/las_escuelas/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intEdicion=1&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=159&intIdiomaArticulo=1&intPublicacion=10

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*
*