Hacia al congreso sobre Psicosis ordinarias y las otras bajo transferencia

Estimados Colegas y Amigos

Este Viernes de Escuela, 1 de diciembre, seguiremos con la preparación hacia al congreso sobre Psicosis ordinarias y las otras bajo transferencia, exposición a cargo de Rodolfo Rojas.

Sede de la NEL, 17h.

Un cordial saludo,

El directorio

Discontinuidad – Continuidad
Jean-Claude Maleval –ecf

El Nombre-del-Padre sufre profundas revisiones en la enseñanza de Lacan, inicialmente
significante de la Ley, inherente al Otro, se aligera hasta el punto de no ser más que
aquel cuya nominación soporta el sinthome. ¿Hay que concluir que la forclusión del
Nombre-del-Padre cesa de ser apta para aprehender la estructura de la psicosis? Para
nada, puesto que es el Nombre-del-Padre, afirma Lacan, en 1975, el que “del triskel,
hace nudo”1 . Su función de anudamiento de los elementos de la estructura subjetiva
sigue siendo un dato constante. La acepción primera del término forclusión, que
colocaba el acento sobre la exclusión de un significante, tiende a ser suplantada por la
noción de falla del anudamiento borromeo. Nada indica que en su última enseñanza
Lacan recuse este concepto, por el contrario él afirma, aun el 16 de marzo de 1976, que
si la forclusión puede servir es, ante todo, cuando se pone en correlación con el Nombredel-Padre, incluso si este parece “a fin de cuentas, algo leve”2 .

La aprehensión Lacaniana de la estructura psicótica conduce a una aproximación
continuista en el campo de la clínica de la psicosis. Existe, señala J.-A. Miller, “una
gradación en el interior del gran capitulo psicosis”3. Las formas de pasaje entre
esquizofrenia, maniaco-depresiva y paranoia no son raras4. Conviene ahora agregar la
diversidad clínica de la psicosis ordinaria con la posibilidad de mutaciones inherentes al
“gran capitulo psicosis”. Sin embargo, la clínica borromea no es continuista sino bajo
ciertos aspectos. La continuidad de la cual se trata no es de la que sugiere pasajes
posibles de la neurosis a la psicosis y viceversa. No hay continuidad sino sobre la base
de la forclusión generalizada, la cual es común a todo parlêtre. “La oposición, subraya
Zenoni, no es ya entre locura y no locura, sino entre una diversidad de ‘locuras’ respecto
a una norma que falta, respecto a un real sin norma y sin brújula que es el sino de todo
parlêtre”5 . Cada uno está obligado a inventar lo que puede, estándar o no, universal o
particular, para hacerle frente al agujero de la forclusión generalizada. En este sentido,
la distinción entre neurosis y psicosis no es pertinente, ya que lo que cuenta es la
invención del sujeto, la suplencia que él está o no en condiciones de elaborar.

Lo importante viene a ser el anudamiento propio del sujeto. Además, lo que es continuista
es la ausencia de norma para decir el goce. Para cada uno la comunicación no está
completa, para cada uno no hay relación sexual. Cada quien está obligado a inventar los
síntomas para limitar el goce: “Esto es válido de manera transestructural, subraya
Stevens, es verdad tanto para la psicosis como para la neurosis, y es acá que tenemos
con el ultimo Lacan una clínica que se puede llamar continuista”6 .
Si es legítimo sostener que el delirio es común a todo parlêtre, es en razón del vacío de
referencia, lo que Lacan escribe Ⱥ, y lo que J.-A. Miller llama “forclusión generalizada”.
Hay que recordar que esta noción no tiene nada en común con la tesis kleiniana de la
universalidad del núcleo psicótico. No hay clínica de la forclusión generalizada: esta vale
para todo parlêtre, psicótico o no. Existe en cambio una clínica de la forclusión
restringida, la del Nombre-del-Padre. La distinción entre delirio edípico y delirio
psicótico se opera a partir de signos clínicos que testifican o no de la propiedad
borromea.

La forclusión generalizada implica ciertamente una cierta perspectiva continuista. Todo
parlêtre está obligado a inventar para hacer frente a la inexistencia del Otro. Cada uno
debe acomodarse con la ausencia de relación sexual. Esta es transestructural. Sin
embargo, se da un paso más cuando se argumenta en favor de una clínica continuista
para borrar la diferencia entre neurosis y psicosis, resaltando al sinthome como su base
común. Es conveniente precisar que éste es infra-clínico, él se sostiene del S1 que
implanta el goce del sinthome, inherente a una lalengua por debajo de la norma social.
Ahora bien, cuando nos situamos a nivel clínico, resulta que el S1 que está en el principio
del síntoma neurótico no posee las mismas propiedades que las del S1 sinthome de un
psicótico ordinario como Joyce. Lacan indica que este último está “desabonado del
inconsciente”7 y su escritura permite despejar la esencia del síntoma en un S1 solo, que
no hace llamado a los S2. El inconsciente es alojado por Lacan en el Otro, mientras que
el sinthome se arraiga en lo Uno, por consiguiente él no es una formación del
inconsciente: él constituye la parte inanalizable del síntoma. Desde los años 50 Lacan
consideraba que el síntoma del psicótico “está claramente articulado en la estructura
misma” revelando “los determinantes más radicales del hombre con el signifcante”8.
Por el contrario, el síntoma neurótico porta un velo sobre esto: él está abonado al
inconsciente, el S1 se conecta ahí a los S2, lo que produce efectos de metáforas
interpretables. La forclusión del Nombre-del-Padre puede traducirse, observa J.-A.
Miller, como “la forclusión de ese S2 que permite al neurótico descifrar todo sin
perplejidad”9, ella hace posible la emergencia de un “elemento simple, aislado y distinto
de un anillo”10 en la base de los fenómenos elementales. Forclusión del S2 en lo uno,
conexión al S2 en el otro, en consecuencia el sinthome psicótico no es el fundamento
clínico del síntoma neurótico, mientras que la distinción neurosis-psicosis continúa
siendo importante en la conducción de las curas. Todo el mundo delira pero la estructura
psicótica sigue siendo la prerrogativa de ciertos parlêtres.

A pesar de esto, en 2008 J.-A. Miller se muestra menos afirmativo en cuanto a la
diferenciación de la neurosis y la psicosis. El considera que “la incidencia del concepto
de sinthome es profundamente desestructurante”, de manera que “borraría” las
fronteras clínicas. Borrarlas no parece, a pesar de todo, hacerlas desaparecer. La
distinción neurosis-psicosis recuerda J.-A. Miller, descansa en “una distinción
significante: la presencia o no del Nombre-del-Padre. Pero, de hecho, eso se traduce por
una tipología de los modos de gozar. O hay en la neurosis un condensador de goce,
estrictamente delimitado por la castración, que es lo que Lacan escribe a sobre menos
phi. O hay desborde; no existe el límite de la castración, y por lo tanto el modo de
presencia del goce es desplazado, es aleatorio, y en general excesivo; y perturba –entre
comillas- la armonía, hasta la circulación social. La distinción neurosis-psicosis se refleja
como una tipología de dos modos de goce cuyas fronteras parecen, en este nivel,
singularmente móviles. Dije […] exceso, pero por algo Lacan llamó al objeto a objeto
plus-de-gozar: y es que el goce en sí mimo implica un desborde. Además, su
investigación sobre la sexualidad femenina también lo condujo a considerar que el goce
femenino no tiene la localización estable de la sexuación masculina”. De acá una
conclusión equilibrada, que da un paso hacia una clínica continuista radical pero sin
franquearla: “la distinción neurosis-psicosis es operatoria a nivel significante, pero lo es
mucho menos al nivel del modo de gozar”11. El borramiento de la distinción se puede
entender como un velo colocado sobre esta y no como su desaparición. Algunos meses
antes, en Mayo 2008, J.-A. Miller lo mostraba de manera más precisa: “dimos más
flexibilidad a la oposición neurosis/psicosis, recordaba él, al indicar que desde cierto
punto de vista esta diferencia se atenuaba”12. La flexibilidad de la oposición y el que se
diluyan las tablas clínicas no llega sin embargo a invalidar las diferencias estructurales
anteriorme
……………………………………………………………………..
1 Lacan J., El Seminario, Libro 22, R.S.I., clase del 15-4-75, inédito.
2 Lacan J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 119.
3 Miller J.-A., Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Buenos Aires, Paidós, 2008,
p. 395.
4 Maleval J.-C., La logique du délire [1997], Presses Universitaires de Rennes, 2011.
5 Zenoni A., « Après l’Œdipe que devient la psychose ? », Quarto, revue de
psychanalyse, 2013, 104, p. 92.
6 Stevens A., « Un sujet non standard », L’a-graphe, Institut du champ freudien,
Section clinique de Rennes, 2010-2011, p. 21.
7 Lacan J., «Joyce le symptôme II»., in Joyce avec Lacan, sous la direction de J. Aubert,
Navarin, Paris. 1987, p. 24.
8 Lacan J., “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”,
Escritos, Siglo XXI editores, México, 2001, p. 519.
9 Miller J.-A., “La invención del delirio”, El saber delirante, Buenos Aires, Paidós, 2005,
p. 96.
10 Ibíd., p. 87.
11 Miller J.-A., Sutilezas analíticas, Buenos Aires Paidós, 2011, p. 76.
12 Miller J.-A., Todo el mundo es loco, Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós,
2015, p. 310

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