El rol del educador: Lo posible en lo imposible*

Por: Andrea Robles

Participante del Observatorio de FAPOL: “Legislaciones, derechos, subjetividades contemporáneas y el psicoanálisis”.

Una institución parte de la función de articular necesidades, por medio de la identificación de ideales, sin embargo, esto no es suficiente, siempre hay algo que se escapa de lo general, develando lo más singular: el goce pulsional, aquello es visto como lo que no anda, lo que no se acopla, lo que no cumple con el ideal, y que se intenta civilizar, lo cual genera síntomas; y es  que cuando un sujeto está dentro de una institución educativa  pierde algo de este goce, para poder entrar en el lazo y en el campo del aprendizaje (Udenio, 2005). A esto también se sujeta un educador, quien se presta para cumplir con las normas y los protocolos del sistema educativo, el cual intenta erradicar lo imposible de la educación.

En el trabajo realizado del grupo de Psicoanálisis aplicado, expuesto anteriormente en la UCSG, se planteaba un rol del psicólogo más allá de la demanda institucional, sin ignorarla, y en generar un espacio de escucha, sin embargo, estar dentro del ámbito educativo me lleva a cuestionarme sobre aquel educador que a pesar de los impases que se pueden presentar en el aula y de la burocracia con la que se enfrenta en su labor, puede percibir a sus estudiantes no como objetos de la educación, sino más bien como sujetos, y se ingenia maneras de transmitirles, sostenerlos e inspirarlos. Lo cual no es nada fácil.

Cada sujeto de la educación puede presentificar para un educador una interrogante, una incógnita que puede hacerlo desear saber, en el que puede ubicar algo que lo causa, o al contrario, puede provocarle un rechazo, un no querer saber, lo cual tiene relación con lo éxtimo, e implicará una posición ética para hacerse cargo o no.

Demanda

Deseo

Aquí también entra un punto de tensión entre la demanda institucional y el deseo del educador, pues tendrá que partir de la dificultad con la que se enfrenta, para ver la posibilidad de su acción, y podrá cuestionarse qué lugar tiene lo que le piden en su deseo, y cuál es el alcance de su acción, quedarse en la demanda o ir más allá, sosteniendo “el deseo de pasar a otros los dones recibidos” (Udenio, 2005).

Esto no significa que se deba abolir la demanda institucional, ya que esta implica el rol asignado (Benedito, 2003) en un espacio reglado por normativas y protocolos que todos deben cumplir con una uniformización, con la norma ideal, sino más bien trata de que el rol del educador pueda oscilar entre la demanda que exige la institución, y la demanda (el malestar) del sujeto de la educación. Es decir, considerar que hay un sujeto afectado por su relación con el mundo, con su familia, con sus pares y con sus propios impulsos pulsionales siempre de un modo singular (Udenio, 2005), y no tacharlo o ignorarlo, más bien acoger su singularidad y darle un lugar, donde pueda surgir la posibilidad de inventar un modo de despertar en él un deseo de saber.

En la película La Sociedad de los Poetas Muertos (Weir, 1989) podemos ver un sistema educativo estricto, en un colegio de varones en los que rigen 4 pilares: “Tradición, Excelencia, Disciplina y Honor”, y la historia se basa en la relación que un grupo de adolescentes establece con su nuevo profesor de “lengua inglesa”: Mr. Keating -ex alumno de aquel colegio-, quien se sale del estereotipo pedagógico al cual estaban acostumbrados, en donde las clases eran lineales, y el educador ocupaba el lugar de un Amo, dueño del saber a quién tenían que obedecer. Por otro lado, si describimos la manera de impartir las clases de Mr. Keating podremos decir que su particularidad radica en todas estas acciones que dividen a sus estudiantes, y a la vez los causan, desde arrancar hojas del libro, subirse al escritorio para simular las diferentes perspectivas, hasta improvisar versos en clases, haciendo que el aula actúe como un “lugar donde se trabaja, se elabora y se transforma algo para ser utilizado” (Roselli, 1999, p.14) y donde se aprende haciendo.

“El educador puede hacer de su saber textual algo vivo” (Ahumada, 2019), es decir, que estos conocimientos que imparte resuenen en algo singular que pueda captar el interés del sujeto, algo lo toca, lo cual impone un tiempo de constitución-construcción de algo. Proponiéndose un verdadero trabajo de apropiación de conocimientos.

“Aprenderán a saborear la palabra y el lenguaje”. “Las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo”, estas son algunas frases que Mr. Keating utiliza dentro de sus clases. En el transcurso de la película veremos que este educador enfatiza a sus estudiantes la necesidad de pensar por ellos mismos, acompañando en el proceso para que cada uno de ellos logre alcanzar un saber no solamente sobre la literatura, sino también sobre sí mismos.

En una escena, Keating le señala a uno de sus estudiantes que por su expresión parecía que cuestionaba la relación que podía tener la literatura con los negocios o la medicina -carreras predestinadas por sus padres-, seguido de esto, les enfatiza: “No leemos y escribimos poesía porque es tierna, leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana, y la raza humana está llena de pasión… La medicina, la abogacía, los negocios y la ingeniería son carreras nobles y necesarias para la vida, pero la poesía, la belleza, el romance, el amor, son cosas por las cuales vivimos”, a esto agrega que la vida sigue y que cada uno puede contribuir con un verso, y plantea la pregunta: ¿cuál será su verso? Aquí introduce una interrogante sobre lo más propio de cada uno, dejando de lado por un momento, los ideales paternos que eran obligados a seguir, es decir, este educador no se ubica en el imperativo “tienes qué…” al que estos adolescentes estaban acostumbrados, más bien lo contrapone con el ¿qué quieres?

En relación a esto, Beatriz Udenio, en su texto “Niños de la época”  (2005) menciona que, en el Seminario de La angustia, Lacan propone dos modos de ofrecerse como interlocutor para captar la causa del padecimiento del sujeto.

  1. Una de ellas implica una ayuda impuesta en pos de un ideal humanitario, acompañada de una vertiente pedagógica “te amo..aunque no lo quieras” forma dictatorial de la transferencia, que en el campo pedagógico podría ser un “Te enseño.. aunque no lo quieras”, o “aprenderás aunque no lo quieras”- fórmula donde quedaría forcluido el deseo del operador que enseña.
  2. La otra fórmula, que el mismo Lacan nombra como “fórmula irresistible”, se enuncia de este modo: “te deseo aunque no lo sepa”, se trata de una formulación más propia a una causa deseante, en el que se ofrece un lugar en el que el saber no es ostentado por el interlocutor, sino que reposa en la suposición de que hay un saber que cada sujeto porta y que puede construir sobre aquello que su mal-estar puede querer decir.

Se refiere a que el educador pueda abrirse a saber sobre una posición enigmática, entrar en un laberinto con otro –estudiante- y dejarse guiar por él, dejarse enseñar por él, y en esta relación hay una mutua transformación.

Por otro lado, hay que considerar que los estudiantes de la película se encontraban en el despertar de la adolescencia, y también en el despertar que le produce este educador hacia el saber, y es que logra enlazar algo de este despertar sexual, con su doctrina, hablando del amor, de la belleza, y de cómo la literatura puede hacer frente al otro sexo. Siguiendo esta línea, se puede enfatizar que La Sociedad de los Poetas Muertos, aparece como un espacio identificatorio, en el que no solo leen poesía, también producen, y se cuestionan inspirados por su educador, y en donde encuentran una manera de hacer frente a lo real de la sexualidad.  Sin embargo, a pesar de que los métodos de Keating, generaron una libertad de pensamiento y gusto por la poesía, no se basaban en la enseñanza uniforme que exige la institución, por lo que fue vista por este Otro de la institución como una manera de salirse de los parámetros y del currículo que debería de seguirse tal cual viene en el programa, dejando de lado la demanda institucional y lo asignado por esta. Por lo que Mr. Keating termina perdiendo su trabajo.

Para Gloria Benedito (2003) la posibilidad del rol del operador radica en conocer el rol asignado sin abolirlo, sino desenmascarándolo, pudiendo discriminar entre lo que es posible de asumir y lo que no a partir de una decisión ética, abriendo la posibilidad hacia una práctica diferente.

Más allá de la ficción, es necesario enfatizar que esta decisión ética permite una manera de hacer algo frente a lo imposible de educar, sin ignorarlo, sino más bien, partiendo de los impases que se suscitan para seguir intentando, seguir haciendo a pesar de lo frustrante que en algún momento puede resultar.

Referecias Bibliográficas:

Benedito, G. (2003). Rol del psicólogo: rol asignado, rol asumido y rol posible. En N. Braunstein, M. Pasternac, & G. Benedito, Psicología, Ideología y Ciencia (págs. 403-419). Buenos Aires: Siglo XXI.

Udenio, B. (2005). Niños de la época.

Weir, P. (Dirección). (1989). La Sociedad de los Poetas Muertos [Película].

Ahumada, L. (2019). Apuntes de la asignatura «Discursos y Dispositivos en el ámbito educativo». Sistema de Posgrado, Maestría en Psicoanálisis y Educación, III Promoción UCSG.

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