El Otro goce y el goce del Otro – Gerardo Arenas

Estamos ya en la recta final hacia la Primera Jornada de la NEL Guayaquil y agradecemos la oportuna y generosa contribución de Gerardo Arenas, analista de la EOL y de la AMP, quien nos ofrece un serio estudio que abarca un amplio recorrido en la enseñanza de Lacan, con claves sobre el Otro goce, en una presentación breve, como extracto de sus elaboraciones en su libro recién publicado en Grama, «Pasos hacía una economía de los goces», que estará disponible en la librería que tendremos en la Jornada. 

Ana Ricaurte

Por: Gerardo Arenas

Hace unos cuantos años, hubo una seguidilla de ocasiones en que dos mujeres, cada una por su cuenta, me interrogaron acerca de la noción de goce del Otro y su relación con el Otro goce, propiamente femenino. Sus preguntas y sus modos de cuestionar mis conatos de respuesta me clavaron una espina. Tiempo después, mientras traducía …o peor y “La tercera”, de Lacan, encontré allí varias pistas para avanzar en esa dirección. Finalmente, al redactar mis Pasos hacia una economía de los goces, logré arrojar alguna luz sobre este punto oscuro.

La discusión correspondiente ocupa sólo un par de páginas, casi a mitad del libro. Comienzo por acotar que, de todas las nociones esbozadas por Lacan hacia 1970, quizá la más inestable sea la de goce del Otro. Luego repaso sus antecedentes: el Seminario 16 plantea que el goce fálico opone una barrera al goce del Otro (Otro que está representado por un cuerpo), el Seminario 17 identifica el goce del Otro con el saber (que impone un límite al goce), y el Seminario 19 dice que sólo mentalmente se goza del Otro; según el contexto, además, el genitivo de goce del Otro debe entenderse como subjetivo (el Otro goza) u objetivo (se goza del Otro).

Si observamos las cosas desde esta perspectiva, notamos que, al comenzar Aun, Lacan parece decidido a aclarar la cuestión. Así lo sugiere su fórmula central desplegada clase tras clase y resumible como sigue: el goce del Otro (el del Otro sexo y el del cuerpo del otro que lo simboliza) no es signo de amor, y es obstaculizado por el goce sexual, que, por ser fálico, no se relaciona con el Otro; lo usual es, más bien, que el cuerpo de uno goce de una parte del cuerpo del Otro, y que esa parte también goce, pero para que el hombre goce del cuerpo de la mujer, para que haga el amor, debe perder goce fálico. Por lo tanto, entre goce del Otro y goce fálico Lacan plantea una relación económica (redistribución con suma constante): reducir uno de esos goces incrementa el otro –lo cual reafirma la tesis del Seminario 16 y rechaza las de los siguientes.

Aunque esto ordena los desarrollos sobre el goce del Otro y su relación con el goce fálico, caracterizar el goce femenino traerá nuevos problemas. En efecto, Lacan ya había descartado la tesis de Tiresias, pues sostenía que el goce femenino no es de la misma naturaleza (sólo mayor) que el de los hombres, sino que las mujeres, además del goce fálico que comparten con ellos, tienen otro, suplementario, situado “más allá del falo”, como dice en Aun. Esto último lo acerca al goce del Otro e impone la pregunta del millón: ¿Acaso el Otro goce femenino es lo mismo que el goce del Otro?

Si el Otro es el Otro sexo, el goce del Otro será el del Otro sexo, que es el femenino, y el sentido subjetivo del genitivo permitirá identificar el Otro goce y el goce del Otro. Para el hombre, no obstante, el goce del Otro (genitivo objetivo) es gozar del cuerpo de una mujer, algo para lo cual su estructura (la inscripción estricta en el todo fálico, y el modo fetichista de su fantasma) no lo predispone. Cabría concluir que el goce del Otro no existe… más que la relación sexual, es decir que, como ésta, sólo es posible darle existencia contingentemente mediante esa invención singular que Lacan denomina sinthome.

Es necesario, pues, revisar cómo se construyen, en …o peor, las fórmulas de la sexuación. Lacan plantea que hay que elegir: no hay relación sexual o peor; y peor es lo que, bajo el dominio del falo, se declina de manera masculina o femenina. Para cada sujeto se abren, así, tres posiciones. Una es singular y no depende del falo: la del sinthome que se inscribe en el lugar del no hay relación sexual. Las otras dos son universales: una está colmada por el falo (posición masculina) y la otra es no-toda falo (posición femenina).

En suma, ese “más allá del falo” designa dos ámbitos: un sector del campo femenino, y el campo de la no-relación sexual –que no está dominado por el falo, aunque nada impide que se enlace con él. Desde esta perspectiva, el goce del Otro abarca el Otro goce y el goce singular del sinthome.

No hay duda de que la oscuridad persiste. Sin embargo, tal vez no sea tan pronunciada como antes.

 

Referencia

Gerardo Arenas, Pasos hacia una economía de los goces, Buenos Aires, Grama, 2017.

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