El estrago en el testimonio de Silvia Salman
Por: Mónica Febres Cordero de Espinel
Mesa en la Universidad Católica hacia la Primera Jornada de la NEL
En el testimonio de Silvia Salman, “Animo de amar” voy a tomar un punto en la clínica psicoanalítica de la mujer (1)
La anorexia marcó los primeros meses de vida de la analizante; el diagnóstico médico fue raquitismo y, la consecuencia, el que la familia se traslade a vivir en una ciudad al mar.
Cuando nace su hija mujer, Salman explora su neurosis infantil; cita sueños de desamparo y pérdida en los que abandona a la niña. Al mismo tiempo, durante supervisiones, aparece la figura de locura en las madres. Salman llama a esta articulación: “la madre loca y la niña desamparada…”, y habla del padecimiento subjetivo del lazo primario con el Otro materno. En el testimonio la demanda toma el significado de ser devorada por el Otro. Ubica ahí su decisión de no comer frente al Otro materno voraz. Los gritos desbordantes eran: “Comé, comé”.
En análisis, insistía la pregunta sobre el rechazo materno sin que el deseo del padre hubiera podido mediatizar versiones crueles sobre su nacimiento. La conclusión a la que llega Salman es que su infancia transcurrió sometida al capricho materno.
Estrago.
Freud en el artículo Sobre la sexualidad femenina, habla de la relación de antagonismo y rechazo de la niña hacia la madre, relación en la cual hay reproches de todo tipo y cuya intensidad Freud explica por el amor que la precedió y por la decepción consiguiente (2).
Lacan en el Seminario 5 se refiere a la relación primordial con la madre y dice que es la relación con este Otro fundamental y la dependencia respecto a su deseo lo que orienta el destino del sujeto. Hay algo que se inscribe en la infancia y que permanece, subyacente, consecuencia de la pregunta que se hace el niño sobre lo que él es en el deseo materno. Deseo que aloja una x, una incógnita, que nunca será saturada (3).
¿Qué es el estrago en esta perspectiva? La madre queda como Otro inalcanzable por el significante: algo en ella, en tanto mujer, escapa a la ley simbólica. Por eso queda como Otro real, interpretada como Otro del goce.
El estrago se sitúa en la relación entre la niña y la madre cuyo deseo implica una zona no saturada por la ley del significante, por tanto, sin límites, ilimitada. El estrago atañe a los confines de lo simbólico en una etapa en la que se sitúa eso que ha sucedido como primordial en la infancia. Hay palabras que marcan el cuerpo y queda un goce que obstaculiza la deriva metafórica y coloca al sujeto como objeto del Otro. Son palabras que confrontan a la hija con no ser aquello que la madre hubiera querido y a su rechazo. MH Brousse cita situaciones en donde se ubica el estrago, tales como “…el imperativo de silencio del dedo posado en la boca…o el golpe que castiga lo que queda fuera de la palabra” (3).
Las palabras dichas por el Otro materno inciden en el cuerpo y en lo pulsional del sujeto y constituyen el acontecimiento de cuerpo. La palabra materna se articula con un goce y hace de la madre una potencia toda, cuyo deseo sin límites Lacan califica como el pisoteo del elefante del capricho materno. Amenaza a la hija con su desaparición porque en este límite, el deseo materno toma un valor mortífero como testimonia Salman.
Si no todo en el deseo de la madre es saturado por el significante, y hay algo que permanece en lo ilimitado de la sexualidad femenina, es ahí, en ese ámbito, en donde aparece el estrago. Brousse lo llama punto de goce enigmático percibido y no limitado por el falo y al que se refiere la hija como un punto de locura en la madre (4).
- Salman, S. “Ánimo de amar”, testimonio en la EOL
- Freud, S. “Sobre la sexualidad femenina” (1931), AE XXI
- Brousse, M.H., “Estrago en relación a la madre. Una dificultad en el análisis de mujeres” (documento).
- Íbid