El discurso del amo y la Escuela

Por: Piedad Ortega de Spurrier

*Producción presentada en el Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis del 2 al 6 de abril de 2018, Barcelona-España. 

Que el discurso del amo, en su pacto con la ciencia sostiene un régimen del “para todos”  nos confronta con una antinomia frente al discurso psicoanalítico al plantearlo como su reverso. Frente a sus embates, hay que repensar cuáles son los resortes de ese discurso y replantearnos nuestra clínica y nuestra política.
La Escuela como un enclave refiere a un lugar recortado en el interior de un territorio con su propio orden y funcionamiento, permite a los psicoanalistas pensar y elaborar maneras de cómo hacer existir el Psicoanálisis allí donde prevalece el discurso del amo.

Sabemos con Lacan, que el saber disyunto del inconsciente es extraño al discurso de la ciencia en tanto ideología de la supresión del sujeto bajo el rechazo a la castración o a la imposibilidad.

Cuando se expulsa la imposibilidad no hay descompletamiento, solo queda una Voluntad de goce que impide al sujeto dividirse bajo la condición de la verdad y en un movimiento circular que parece consumirse a sí mismo sin encontrar una solución dialectizable.
Este ideal de “Everything is possible”, es muy distinto al discurso del Psicoanálisis que denuncia su condición de semblante. Es difícil dirigirnos a aquellos que se autorizan de los mismos, pero no vamos a renunciar a la denuncia de algunos “falsos semblantes” de la manera que convenga en cada ocasión, desde la fuerza de apoyo a determinadas movilizaciones hasta con la finura de una ironía hay acontecimientos que ponen en riesgo la existencia del Psicoanálisis, que se producen en el campo de la polis y en el mundo “psi” cuando es arma de control social.

El Psicoanálisis mantiene una ventaja marginal si se orienta por el síntoma, al hacernos cargo de “lo que no marcha” en su retorno cuando se promueve el ideal de la unicidad. Promover una lectura sintomática que objeta al cálculo de lo instituido, es bordear el agujero de lo imposible en un esfuerzo de metonimizacion que dinamice ese encuentro con lo real.
También la vida de la Escuela no excluye lo real, momentos de crisis  en los que es posible inventar un saber sin totalizarlo. Se trata de que ante esos encuentros, se busque modalidades  de “saber hacer ahí con”.

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