Ecos del grupo de conversación clínica en instituciones

Por: Ana Ricaurte Q.

Ecos de la segunda reunión el día sábado 14 de Noviembre.

Conversamos sobre la viñeta presentada por Mariela Vigil del caso Raúl en el que pudimos situar que en la urgencia de una impulsión por saber, en su desconfianza de lo que el Otro quiere decir (le), la tratante en una institución hospitalaria introduce un tiempo diferente al de la impulsión «tenemos tiempo para saber».  Se incorpora  el tiempo de ver y el tiempo de comprender. Se produjo un giro en lo que el historial clínico de anteriores internaciones de este sujeto se había registrado como  un «descontrol de los impulsos», encontrando también  un nuevo modo de hacer pareja en el que se amortiguaban sus celos y su malestar.  

Se propuso investigar qué es una clínica del sinthome -no la del fin de análisis- pero si orientarse desde allí.

Se ofrecieron dos conferencias de J-A. Miller para comentarlas en la próxima reunión:

«Leer el síntoma» sobre la marca del S1 sobre el cuerpo,  ¿Es el sinthome lo que responde allí?

«Tener un cuerpo» en la que Miller dice no a la interpretación que trata de hacer resurgir un ser evitado por la represión, el que se desearía ser.  «Interpretar es un término que desfallece.  Habría que sustituirlo por algo como ceñir, constatar».

Ambos textos pueden conseguirlos en la fotocopiadora de la Facultad de Filosofía de la U. Católica.

Continuando:

El inconsciente lacaniano, el del último Lacan, está al nivel de lo real, vamos a decir por comodidad, «debajo» del inconsciente freudiano. De tal manera que, para entrar en el Siglo XXI, nuestra clínica deberá centrarse sobre el desbaratar la defensa, desordenar la defensa contra lo real.
En un análisis el inconsciente transferencial es una defensa contra lo real. Porque en el inconsciente transferencial sigue vigente una intención, un querer decir, un querer que me diga algo. Mientras que el inconsciente real no es intencional, sino que se encuentra bajo la modalidad del «así es», y que, se puede decir, es como nuestro «Amén».  

 

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