De psicoanalizante a psicoanalista: un paso, un empalme, un gesto… un acto

Carteles

Por: Jessica Jara
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Arte: http://www.gunyol-kunt.com

“¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición,                                  el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,             la serena amistad, las galerías de la Biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?”

(Una vez que) Me duele una mujer en todo el cuerpo”. J. L. Borges, El Amenazado.

De empalmes y pasos

Freud apuntó el hecho de que sólo se sabe de las aperturas y de los finales de las partidas de ajedrez, tal y como sucede con los psicoanálisis. Que en el intermedio habría infinitas posibilidades. Jacques Lacan por su parte señaló que los momentos de la entrada y la salida del análisis son dos puntos de empalme. Para Lacan hay fin del análisis y su continuación por otros medios.

En la Proposición sobre el psicoanalista de la Escuela Lacan indicó que la terminación del psicoanálisis -redundantemente llamado “didáctico”- es el paso del psicoanalizante al psicoanalista; y que nuestra escuela, debe dedicarse a disipar: “esa sombra espesa que recubre ese empalme”.

Un empalme remite a un punto en que se unen, se enlazan, se suceden sin interrupción dos cosas. Sin embargo, lo que parecería ser una continuidad no lo es, en tanto que un empalme parte de una separación, de un corte, a partir del cual se procede a juntar. Empalmar implica un hacer: un acto. Un empalme es un nudo. El de escota o bandera, por ejemplo, se diferencia de otros nudos porque puede ser utilizado para unir líneas de diferente grosor. Analizante y analista no son líneas homogéneas.

Hay un “momento electivo” nos dice también Lacan, en que el psicoanalizante pasa a psicoanalista. El acto analítico es supuesto desde este momento. El acto por su parte implica un antes y un después: es un acontecimiento. Al acto analítico el analista no es convocado como sujeto y sus efectos son a nivel del goce. A la entrada, el acto analítico da paso a la posición analizante sosteniendo y autorizando el trabajo de éste. Hay que tomar de que este acto de autorización es segundo y remite al acto primero de la autorización del analista.

El hecho de que haya “entrada en análisis” supone que hay analista. ¿Y qué es un analista? Para Jacques-Alain Miller un analista es “un sujeto que ha percibido su modo de gozar como absolutamente singular, que ha tomado su goce en tanto fuera de sentido” [1].

El enlace inicial analista-analizante acontece con la instalación del sujeto supuesto saber. Y cuando el analizante ha terminado su trabajo, -al decir de Lacan-, esta página puede ser pasada con un gesto que cambia al sujeto al final. Este acto es la destitución del mismo sujeto que lo instaura, al revelarse lo inesencial del SsS.

En esa vía Xavier Esqué enunció en uno de sus testimonios: “El analista aparecía caído del ideal, como un “mocoso” respecto al saber sobre mi goce, imberbe de lo real. El analista quedaba reducido a im-ber-be, a una mirada. De esa mirada había sido soporte en la cura”.

Uno decide, uno se vuelca, uno entra… en el discurso psicoanalítico 

Lacan en su Autocomentario[2] del 74 nos dice que su empeño por el pase era para esclarecer lo que sucede en cierto momento “… en el que uno se decide, uno se vuelca, uno entra en el discurso analítico”. Allí Lacan recuerda que cogitó la Proposición del 67 durante sus vacaciones en Italia, y comenta que entonces se decía: “¿Pero qué mosca te pica? ¡Dios sabe lo que esto provocará!”.

Desde la Proposición, puede decirse que entre analizante y analista hay una puerta cuyo gozne es el resto que hace su división. Lacan planteará entonces que: “En este vuelco donde el sujeto ve zozobrar la seguridad que le daba ese fantasma donde se constituye para cada quien su ventana sobre lo real, se percibe que el asidero del deseo no es más que el de un deser…”.

Tomando como referencia el seminario 17, “alguien” se vuelca al discurso analítico cuando acontece, no un giro de 360 grados, sino la permutación de un cuarto de vuelta de las cuatro letras del matema. El paso del discurso de la histeria al del analista puede escribirse:

 -> S1                    a   -˃ $

a   //   S2                         S2  // S1

Así, desde la lectura del matema podemos decir que se entra al discurso analítico:
1. Cual sujeto dividido que consiente se le responda desde el lugar de a para así producir sus significantes amo, en tanto que la operación analítica consiste en separarlos del sentido:

a  ->  $   -> S1   //   S2

  1. Se entra al discurso analítico en tanto que analista, si surge el deseo inédito de ocupar el lugar del objeto a, causa de deseo: objeto agalmático al inicio y palea al final. Miller interpreta que el analista quiere ser abandonado y organiza su operación para “ser el engañado y volverse el desecho”[3].

Lacan no cesó de preguntarse y preguntar por qué alguien querría ser analista, indicando que es “un job muy duro”. Y gracias a su conferencia en Yale, junto con las preguntas que le hacen, sabemos que él pedía testimonios al final y al inicio del análisis. Al inicio para “elegir” a sus analizantes. Y para el final propuso el pase, que consiste en que:

“en el punto en que alguien se considera suficientemente preparado para osar ser analista, pueda decir a alguien de su propia generación, un par –no su maestro o pseudomaestro- eso que le ha dado nervio para recibir personas en nombre del análisis”.

Un acto: un gesto de partida

En el dilema de los tres prisioneros[4] se esclarecen tres momentos: el instante de ver, el tiempo de comprender y el momento de concluir. A ese trío se suman y restan las escansiones: los lapsos de duda y las objeciones lógicas, lo que inconsiste la perfección del número 3. La “prisa lógica”, es el toque de real que precipita la conclusión. Esthela Solano[5] dio cuenta de este funcionamiento en el “proceso lógico del pase”, donde ella precisa que las escansiones son introducidas por el pasador.

La conclusión, en el caso de los prisioneros, es un acto que se adelanta a su certidumbre, y señalará también Lacan que hay un acto en el “gesto de la partida” que absorbe los momentos anteriores.

El acto de salir en este problema implica la toma de la palabra, aún sofisma, en tanto que “la verdad” no alcanza a dar cuenta de la elección. Lo cierto es que se sabe lo que se es, -en este caso el propio color-, cuando los otros han vacilado dos veces en salir.

Allí la referencia es el mismo Lacan en “El momento de concluir” [6] cunado señala que: “el fin del análisis es cuando se ha girado dos veces en círculo, es decir reencontrado esto de lo cual se está prisionero…. Basta que se vea eso de lo que se está cautivo, y el inconsciente es eso: es la cara Real… de eso en lo que se está enredado”. El subrayado es mío.

En el seminario 20 Lacan se refiere al “signo de cambio de discurso”, al nuevo amor a propósito del poema de Rimbaud “A una razón”. Los primeros versos: «Un golpe de tu dedo sobre el tambor descarga todos los sonidos e inicia la nueva armonía./…”. Y podemos “ver” allí que no se trata de razones, de argumentos de sentido, sino de un signo, de un gesto: “Un golpe de tu dedo sobre el tambor”, lo que marca un cambio de discurso e inicia una nueva armonía.

Pivotajes y transmutaciones 

Lacan habla en su seminario “… o peor” de pivotajes (referencia de la física) y transmutación (referencia de la al-química). Siendo el pivote que nos concierne es de la “anécdota” a la “lógica”.

En esta vía podemos anotar el señalamiento de Aníbal Laserre sobre la elaboración del testimonio de pase cuando indica no haber visto “que los que escuchan se alteren, por ejemplo ante una incoherencia de la cronología, mientras que el más mínimo fallo en la lógica si llama la atención”.

Así, en uno de los testimonios de X. Esqué el pivotaje será del “es que” al “sé que”. Él nos dice entonces que “La repetida cantinela del es que(de la anécdota) fue agujereada por la que considero la interpretación fundamental… que… trazaba un arco que iría del principio al final de la cura, del “es que” de la impotencia al “sé que” de la imposibilidad”[7]. Lo que muestra un giro implacable, conservando al mismo tiempo una “cierta ingenuidad”. Simple y elegante como las matemáticas.

Lacan también dirá en el seminario 19 que en la experiencia analítica vemos al significante transmutarse en letra. ¿Esto implica la transmutación del analizante al analista?

En el testimonio de Mauricio Tarrab quien señala que el significante “soplo (al corazón)”, -que juntó la marca el cuerpo y el sentido materno, agregando que “teniendo un destino de equivocación, producto de la interpretación que hará el sujeto y de todas sus resonancias… al ser tratado su fuera de sentido por la maquinaria del Nombre del Padre”-, al final devino signo.

En la experiencia analítica el “soplo” como significante (amo) se despegó de las significaciones y despojado del sentido (S2) se transmutó en letra. Al final enunció Tarrab: “ya no inflo más el globo del nombre del padre”. Dicho que implicaba un hecho: el inicio de una nueva lógica.

Esta mutación sin dudas trae efectos al analista en su práctica al aproximarlo a la posición femenina o del S (Atachado). Y también puede, contingentemente, producir un analista.

Un significante nuevo vs. el S2 de Google 

Lacan en el 77 se pregunta por qué uno no inventaría un significante nuevo, uno que no tuviera como lo real “ninguna especie de sentido”. Desde esta perspectiva, podemos leer el fin del análisis como un acontecimiento de escritura, de invención de un nuevo número/letra que cierra una lógica que es en relación al Otro (A) y escribe el inicio de otra, esta vez del S(Ⱥ). Aquí la referencia es Cantor con su número transfinito: número imposible de pensar, pero posible de utilizar.

Para Leonardo Gorostiza[8] el paso fue del significante “calzador” (que anudaba síntoma y fantasma) al significante inventado al final de su análisis: “calzador-sin-medida”: escritura irónica, nombre de su sinthome.

En el caso de Ram Mandil se tratará de las letras “A.V.D.”, siendo que en uno de sus testimonios hace un señalamiento fundamental al decir que la escucha de estas letras podría desencadenar sentidos infinitos en francés y en portugués, pero que “la lectura, su materialidad sonora, permitió hacer de estas letras un nombre, un sinthome que estanca el sentido, una fijación de goce”. Y es entonces que podemos apuntar que en su caso hubo una mutación del “goce del sentido” a un modo singular gozar, cuya marca es esa nueva escritura.

Llama la atención entonces que algunos testimonios de pase dan cuenta de intentos fracasados y búsquedas infructuosas del «significante nuevo» en Google, el gran S2 de la época. ¿Es la debilidad de la que habla Lacan? Así, en todo caso lo que se verificó es que «calzador-sin-medida», «A. V. D.», «CPTU y un guión»… son escrituras inéditas, agujeros en el sentido, significante de la falta en el Otro, oximorónica verdadera-invención, enunciación de su más singular.

Existe la fantasía de la existencia de una línea de progreso o desarrollo en el análisis, que llevaría a un sujeto paso a paso, centímetro a centímetro del lenguaje a lalengua, del síntoma al sinthome, sueño que se contraría por el acontecimiento, la irrupción de lo imprevisto, que el corte lacaniano produce.

Ser analista de su propio inconsciente o el acto de desuposición 

Tomando como referencia el hecho de que:

1) Al final del análisis hay el acto de destitución subjetiva;

2) El deseo del analista es su enunciación, y su enunciación transmisión en acto;

3) El acto del analista es sin garantías, sin Otro;

4) El pasaje del trabajo de transferencia a la transferencia de trabajo ya no estaría causada por el analista sino por el psicoanálisis.

Quiero anotar fragmentos que dan cuenta de lo que sería la continuación del análisis por otros medios, hacia una elaboración posterior:

  • Lacan decía que se la pasaba haciendo el pase, que el pase había que recomenzarlo siempre; que él en su seminario estaba en posición analizante, cuando no decía que estaba en posición femenina.
  • Del testimonio de Anna Aromí: “Y sobre la mujer como sobre la psicoanalista, sabrán que no dejo de romperme la cabeza. Es mi forma de autorización”.
  • Miller ha subrayado el “postanalítico”, y hace pocos años demandó “… que se hable de sí mismo como de un caso, que se elabore la relación al sujeto supuesto saber, y también que los analistas den a conocer cómo se elabora en el paciente de ellos el deseo de ser analista”.
  • Elisa Alvarenga en uno de sus testimonios: “Si durante el análisis, la preferencia dada al inconsciente tendía a recubrir con lo simbólico todo lo imaginario y lo real, otro corte fue necesario al final, restaurando así el nudo borromeo en su forma original, dice Lacan. No había más que decir, sino mucho que hacer…”.

En todos los casos los subrayados son míos.

Bibliografía

Alvarenga, Elisa. “Modalidades del objeto en un psicoanálisis”. Revista Digital Virtualia # 3. http://virtualia.eol.org.ar/003/default.asp?notas/ealvarenga-01.html

Aromí, Anna. “Romperse la cabeza”. Revista Lacaniana de Psicoanálisis. Número 16. Abril del 2014.

Borges, Jorge Luis.  “El Amenazado”. El oro de los tigres.

Castellanos, Santiago. “El deseo del analista y lo real del acto”. Blog de la ELP.

Esqué, Xavier. Testimonio: “Lo éxtimo empuja”.

Gorostiza, Leonardo. “Los confines de la caridad freudiana”.

Lacan, Jacques:

  • “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma”. Escritos, Tomo 1.
  • El Seminario. Libro 2 “El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica” 1954-1955.
  • Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela. Momentos cruciales de la Experiencia Analítica. Ed. Manantial.
  • “El acto psicoanalítico”. Reseña del seminario 1967-1968.
  • El Seminario. Libro 17 “El reverso del psicoanálisis”.
  • El Seminario. Libro 19 “… o peor”.
  • El Seminario. Libro 20 “AUN”.
  • El Seminario. Libro 23. “El sinthome”.
  • Seminario 24 “L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre». Inédito.
  • Seminario 25 “El momento de concluir”. Inédito.
  • “Autocomentario”. Intervención en el Congreso de La Grande-Motte. “Uno por Uno”. Número 43, Verano 96.
  • Conferencia en Yale. Inédito.

Laserre, Aníbal. “La elaboración del testimonio”. Revista Digital Virtualia. http://virtualia.eol.org.ar/002/notas/leserre-01.html

Mandil, Ram. Fragmento de testimonio de pase.

Miller, Jacques-Alain:

“El banquete de los analistas”.

“Cómo se deviene psicoanalista en los inicios del siglo XXI”.

“Cosas de Finura en Psicoanálisis”. Curso del 6 de diciembre de 2008.

Solano Esthela, “La práctica del pase”. Feminidad y fin de análisis. GRAMA Ed, 2009.

Tarrab, Mauricio. Testimonio “Y el soplo se vuelve signo”. Web de la AMP.

 

[1] Cosas de Finura en Psicoanálisis, curso del 6 de diciembre de 2008.

[2] Intervención en el Congreso de La Grande-Motte. En “Uno por Uno” número 43, Verano 96.

[3] “Cómo se deviene psicoanalista en los inicios del siglo XXI”, JAM.

[4] Trabajado por Lacan en sus Escritos, Seminario 2, entre otras intervenciones y textos.

[5] En “La práctica del pase”.

[6] Seminario 25, clase del 10 de enero de 1978.

[7] “Ahora puedo decir se que, se que el significante no alcanza a decir mi ser, se que la destitución subjetiva abre la vía a la pulsión y que mi deseo se articula a lo más singular del goce pulsional”.

[8] “Los confines de la caridad freudiana”.

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