Carol Toala Mora: Escrito en memoria de Nora Guerrero de Medina

¿Quién fue mi Maestra y con quien me inicié como analizante?

Es duro recibir noticias repentinas, como es el hecho de la muerte de un sujeto que ha aportado tanto a sus estudiantes como docente, al haber encausado la práctica clínica desde el psicoanálisis.

Es un dolor imaginar desde lejos: ¿cómo puede ser esto?, ¿su edad?, ¿muerte por Covid-19 u otra patología? No lo sé, únicamente puedo remitirme al enorme vacío que nos deja a quienes continuamos con la práctica en clínica psicoanalítica. Un vacío que invade, de un saber in-sabido que angustia, y por momentos te desborda. No se trata de una desaparición extraña o de una ausencia que puede convertirse en presencia cuando frecuentemos los pasillos de la Universidad, diversos sitios o la NEL, se trata de algo innombrable, algo que pesa en lo profundo del inconsciente, que moviliza al sentir de aquel momento de mis inicios con ese Gran Otro que ubiqué en ella como Analista, que ya no está. Ese sujeto supuesto saber ha desaparecido del todo de un momento a otro.

Al estar tan lejos de mi país, específicamente en Madrid, sólo puedo escribir, y así expresar el profundo dolor que me invade y que me mueve a recordar, su impulso por llevar la causa analítica y a la vez, el deseo como analista a sus pacientes. Pienso que si ese tiempo, no solamente académico, durante la carrera de psicología, no lo hubiese aprovechado junto con mi tiempo como su analizante, hoy sería más difícil para mí haber escuchado ese deseo que me llevó donde estoy, a pesar del duelo migratorio que me ha embargado durante muchos años. Recuerdo cuando me dijo entre risas la última vez que nos vimos: “usted ya no regresa”. No lo sé, le respondí. Y es que como extranjera es complicado asegurar algo y menos siendo un sujeto en falta. No obstante, sigo en Madrid en la actualidad. Inevitablemente, he rememorado en este tiempo, a partir de esa triste noticia de su muerte, sus palabras, el tesón y firmeza que ubicaba en las mismas.

Ella es alguien que admiré y podría decirse que idealicé durante toda mi etapa académica-universitaria, lo cual trascendió, no se quedó allí, continúa y lo escucho dentro de mí. Es así como confirmo la importancia de esa tan impecable enseñanza sobre la escucha analítica. No fue sólo mi profesora y un modelo a seguir para quienes se dediquen a la cátedra, ya que procuraba que sus estudiantes deseen saber y piensen, se interroguen, sino que también su trayectoria marcada principalmente por el psicoanálisis, deja una huella en mí como la analizante que fui y que, hoy en día, me permite posicionarme como psicoanalista practicante, en formación continua.

Ha dejado un legado que está marcado por una huella y que será el que, en lo que a mí respecta, me acompañará en mi camino como sujeto dividido, atravesado por el discurso analítico.

Mi respeto y cariño en honor a tu memoria, querida Nora.

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