Cancelación, locura contemporánea y Hegel*

Por Patricio Moreno Parra

Participante del Observatorio de FAPOL “Legislación, derechos, subjetividades contemporáneas y el psicoanálisis”.

Se plantea una lectura de un fenómeno actual a través de una noción de locura en la obra de Lacan para situar elementos estructurales que empujan hacia esta posición subjetiva, particularmente lo que J.-A. Miller denomina “forclusión del Otro”.[1] Se abordará la locura como una posición subjetiva posible en las estructuras clínicas –lo que la distingue de su acepción como psicosis– y no como locura histérica (J.-C. Maleval), ni como fenómenos alucinatorios en las neurosis.

Hegel se acerca a la locura como un tipo de individualismo moderno, el de finales del siglo XVIII y debut del XIX. El individualismo es definido como la conciencia de sí que se pretende como individualidad en el orden del mundo, la realidad social. La “ley del corazón o delirio de infatuación” es una de las tres formas de individualismo. Es introducir un orden válido para todos a partir de lo que el corazón –la conciencia de sí– anhela.

Él plantea que es una forma “inmediata” de concepción e imposición del orden social. Sin embargo, al haber una inmediata unión entre ley y anhelo, sin pasaje por una dialéctica por lo social, hay un segundo momento: un choque con lo social con la inevitable ley de los demás corazones. El efecto es un rechazo de lo social.

Lacan elabora su noción de “locura” en la década del ’40 y ‘50y la remite a la estructura paranoica del yo (moi). Es el yo el que arroja al otro el propio “desorden” de su posición, aquello que en la ley del corazón desconoce. Puntúa que el desconocimiento del actuar yoico es parte de su estructura. Sitúa su resorte en la “infatuación”. La locura estaría dada:

a una de las relaciones más normales de la personalidad humana —sus ideales—, […], si un hombre que se cree rey está loco, no lo está menos un rey que se cree rey[2].

Y añade: “El momento de virar lo da aquí la mediación o la inmediatez”. En esto punto recordamos a Hegel: la inmediatez es la unión de la conciencia de sí como ley universal.

La posición subjetiva de la locura depende de si entre el sujeto y el Ideal se localiza o no la función del Otro como tercero. Si no está esta función –o está forcluída según Miller– será la locura, la inmediatez de la identificación al I(A): el ser coagulado, la estasis del ser, infatuación –es lo que Miller sitúa como goce yoico[3] o el “mismarse”[4][5]– creerse uno mismo.

La locura es una identificación a un ideal simbólico en un cortocircuito del paso por el gran Otro:  $◊i(a)◊m◊I(A).

Llevémoslo al fenómeno de la cancelación. Ésta es la eliminación de cualquier interlocutor, eliminando cualquier tipo de dialéctica. Aquel que no calza en la representación yoica o de masa, al no ubicarse bajo el mismo ideal (un rasgo, ley o un imperativo en la mayoría de veces), es excluido. Cancelar es una forclusión de la función del Otro en la dialéctica.

Si no hay mediación se producen rechazos al debate, cierre de la conversación, ausencia de interlocución. Si no hay mediación, todo se vuelve personalmente yoico. Ya no se trata de discutir ideas ni pensamientos, sino de la maligna oposición de la ley de los otros corazones.

¿Efectos? La tensión agresivo-especular es evidente, inclinándose hacia la persecución.

Concluyamos entonces que los efectos subjetivos de un análisis se dan a partir de la puesta en función del Otro, lo que va en contrapelo a la locura.

*Exposición en el Viernes de Escuela (3-9-2021).


[1] J.-A. Miller. Donc. Buenos Aires: Paidós, 2011, p. 115.

[2] J. Lacan. “Acerca de la causalidad psíquica”, in Escritos1. México: Siglo XXI., p. 169.

[3] J.-A. Miller, op. cit., p. 118

[4] Ídem.

[5] Esto lleva a pensar a la concepción del sujeto de derecho en la concepción milleriana. Cfr. J.-A. Miller. La cuestión trans en psicoanálisis y para los psicoanalistas. [En línea]: (psicoanalisislacaniano.com)

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