Boletín 5: Biblioteca Nel Guayaquil
LAS CITAS Y COMENTARIOS DE LA BIBLIOTECA
Boletín #5
Julio 03 del 2020
¡La Biblioteca sigue abierta!
En la emergencia de sentidos sobre el virus, ¿cómo cercar lo que rebasa la palabra?
Con la investigación de Mónica de Espinel encontramos otro nivel, que Lacan puntualiza, para el término urgencia, con el cual advierte Jacques-Alain Miller, hacer fallar a la verdad mentirosa terapeutizante, si de lo que se trata es de lo que excede a la palabra, en el surgimiento de lo que hace agujero.
Lo que rebasa la palabra es el significante martilleando el cuerpo. Nos lo señala María Victoria Clavijo, en el sueño aparece con fuerza como testimonio de lo que no cesa de afectar al cuerpo en el campo de lalengua y de lo fuera de sentido.
Resulta muy orientador en el texto de Mónica ese “salvo haberla pesado” que Lacan precisa para acoger la urgencia. Y lo muestra María Victoria en la disyuntiva de cuándo sí, o cuándo no acoger las conexiones por Skype de una paciente.
Ana Ricaurte
URGENCIA Y PRISA EN LACAN
Mónica Febres Cordero de Espinel*
El primer capítulo de El últimísimo Lacan de Jacques Alain Miller ( 1) me llevó a la lectura del “Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11” (2), breve texto de Lacan con interesantes reflexiones sobre la urgencia. Voy a compartir una lectura paralela de ambos textos.
Lo que despertó mi interés, la palabra “urgencia” que aparece al final del Prefacio. Lacan, en efecto, se refiere a la satisfacción que marca el fin del análisis, y propone que si “dar esa satisfacción es la urgencia que preside el análisis, interroguemos como alguien puede consagrarse a satisfacer esos casos de urgencia”. Y continúa: “La oferta es anterior al requerimiento de una urgencia que uno no está seguro de satisfacer, salvo por haberla pesado”.
Propone su definición de lo real: “La falta de la falta hace lo real, que solo sale allí, tapón. Este tapón que soporta el término de lo imposible…”. Y lo opone a los meandros de la verdad mentirosa. Y al final del texto: “Señalo que como siempre los casos de urgencia me enredaban mientras escribía esto”. Y, más adelante: “Escribo, sin embargo…para estar al día con estos casos, para hacer con ellos el par” (601)
Miller retoma el término urgencia y dice que se trata de un punto de partida, anterior al establecimiento de la transferencia. Es, para Lacan, la modalidad temporal que responde a la llegada de un traumatismo y designa como pedido de urgencia a la demanda del analizante en potencia.
Recuerda que Lacan había evoca la urgencia al final del texto “Del sujeto por fin cuestionado” al decir que habrá psicoanálisis para responder a ciertas urgencias subjetivas. A partir de ello Miller sostiene que la función psicoanalítica tiene que ver, antes del inicio mismo del análisis, con la urgencia, con el surgimiento de lo que hace agujero.
Hay que prestarle atención, al término urgencia que aparece también en el Discurso de Roma, dice Miller, en referencia a los dispositivos pensados para tratar la urgencia. Se refiere a los Centros de Atención (los CAP) que surgieron en París y a lo que dice habría que tratar con la dignidad que Lacan le otorga al término urgencia.
“Esa urgencia con la cual hay que hacer pareja, -dice Miller- es…lo que solicita en el demandante…el rebasamiento en la palabra (lo cual es), al mismo tiempo el fallar de la verdad mentirosa”.
La problemática de la urgencia tiene que ver con la contingencia Para Miller lo que se acentúa es la función de la prisa: “La urgencia es de alguna manera la versión terapéutica de la prisa”. Hay una precipitación lógica en lo que tiene que ver con la verdad, lo cual implica para Lacan, “…una estrategia de la verdad que es la esencia de la terapéutica”. Verdad que no puede dejar de ser sino verdad mentirosa.
Algunos puntos que quedan para la reflexión clínica son, a mi juicio, el rebasamiento -el ir más allá de la urgencia y del agujero del trauma, hacia un decir, siempre insuficiente. Y, sin embargo, no dudar en hacer pareja con ella.
*Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana
- Miller, J. A., El ultimísimo Lacan, Paidós, octubre 2012
- Lacan, J. “Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11”, OE., Paidós 2012
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EL CUERPO DEJADO FUERA
María Victoria Clavijo*
En la cuarentena, el psicoanálisis se abre paso para seguir existiendo. Eso no se cerró del todo. Los cuerpos quedaron sin poder salir, ni analizantes, ni analistas pudieron ir a su mutuo encuentro en el consultorio, de forma indefinida. Cuerpos detenidos de su movilidad por la ciudad. Cuerpos inmovilizados en relación al espacio del mundo, así como en el dormir, detenidas sus funciones motoras, función de supervivencia del cuerpo en su dimensión orgánica. El sueño, es una buena manera de encontrar un símil a la situación del cuerpo detenido de circulación. El cuerpo inerte, durante el dormir, revela sin embargo otro tipo de actividad que no cesa, que es la del significante martilleando el cuerpo. Un cuerpo atrapado en el discurso, dice Lacan (1) en el Seminario 19 en donde toma precisamente el fenómeno del sueño en el que depuestas las funciones del yo, el inconsciente revela cómo lalangue no duerme, cómo se reactualiza lo que para cada uno, su lalengua no deja de no escribir la relación sexual con múltiples sentidos. Es un hecho en mi práctica que el sueño aparece con más fuerza en algunos pacientes. El testimonio de lo que no cesa de afectar al cuerpo en el campo de lalengua, y de lo fuera de sentido que aparece con la emergencia de sentidos de distinto pelaje sobre el virus, es lo que a mi parecer el psicoanálisis sostiene en los encuentros a distancia. Un rodeo más al agujero de lo innombrable para cada uno.
La última parte de su enseñanza, permitió a Lacan considerar el cuerpo no solo como gestalt unificadora, como sostén imaginario. Como señala Miller, no fue un tránsito ni fácil ni corto, lo que lleva no solo a considerar el cuerpo como reservorio de libido, sino que radicaliza esta sentencia hasta el punto de decir que para Lacan pensar, es siempre pensar el cuerpo.
La experiencia analítica significa pensarla en términos del cuerpo que goza, o el cuerpo hablante. Por un lado, el cuerpo afectado ¿Es eso condición suficiente para llevar un análisis sin que el cuerpo que se tiene vaya al encuentro? Seguro que no, como es seguro que no se puede bailar tango por zoom, o encontrarse con el cuerpo del otro en el encuentro sexual. “It takes tow to tango”. Es muy curioso que el cuerpo haya que dejarlo fuera en la experiencia analítica, pero a la vez y simultáneamente hay que llevarlo hasta ese lugar del psicoanalista, para que quede fuera. No es lo mismo que quede fuera de la pantalla. Queda fuera en el sueño, queda fuera en la pandemia. Que quede fuera en el análisis, quiere decir que queda como cuerpo hablante. Y que la voz o la imagen hacen de soporte de la palabra que se dirige al analista, en cualquier época. Saber encontrarse de nuevo esos cuerpos, será un saber que habrá que transitar también.
Un paciente, un tiempo antes de la pandemia me preguntó si podría hacer sesiones por skype desde el extranjero cuando retorne a su país Yo le respondí que no, ya que en esa ciudad podría encontrar analistas lacanianos.
En época de cuarentena, ofrezco a mis pacientes seguir escuchándolos por teléfono o skype. El paciente se encuentra entre los que aceptan esta opción y la primera cita por skype me pregunta las razones que tengo para escucharla por skype y no haber aceptado esta misma opción cuando se vaya. Pude leer una especie de regocijo en la pregunta que ponía a prueba a su analista, y la ansiada respuesta que permitía emerger una inconsistencia. Mi respuesta aludió a incluirme a mí misma en la sorpresa de la nueva situación y mi decisión de seguir adelante por lo incierto del tiempo sin sesiones presenciales. Vino a asistirme una razón de “urgencia” a la que estoy disponible para afrontar de esta manera y por un tiempo seguramente incierto pero limitado. Darle forma de contingencia a lo imposible de comprender permitió durante tres meses transitar momentos trascendentales en su cura.
*Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana
(1) Lacan, J., El seminario, Libro 19, O peor, Paidos, Buenos Aires, 2012, p. 213