Boletín #1: XVI Seminario del INES La dirección de la cura, hoy

La dirección de la cura y los principios de su poder
Jacques Lacan, Escritos 2

escritos 1Como introducción al Seminario sobre el Escrito: «La dirección de la cura y los principios de su poder», es necesario presentar un marco general que nos permitirá ubicar este texto, tanto 1- en relación con el entorno psicoanalítico de la época en que Lacan lo escribió como 2- en el momento teórico en el que se encuentra su propia enseñanza.

1- Respecto al entorno de la época, los psicoanalistas, según Lacan, se habían desorientado respecto del camino trazado por Freud. Lacan critica el reduccionismo al que fue sometido el psicoanálisis y este Escrito se inscribe en el movimiento de reconquista del Campo Freudiano. Lo que se propone es volver a las fuentes freudianas y lo hace a partir de mostrar las desviaciones tanto clínicas como teóricas a las cuales fue sometido el psicoanálisis. Es importante saber con quién Lacan está dialogando y a quién le está respondiendo, para comprender con más claridad sus desarrollos teóricos. Lacan, en el año 1958 pertenecía a la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, una Institución constituida alrededor de reglas fijas, ritualizadas y estandarizadas. Conocemos el destino que tuvo su posición crítica respecto de la formación del analista. En el primer capítulo del Seminario 11 titulado «Excomunión», Lacan cuenta cómo su Institución, sus propios colegas, sus propios alumnos, sus propios analizantes proscribieron su enseñanza, considerándola nula para la habilitación de un analista.
Podemos preguntarnos ¿por qué? Porque Lacan modifica el dispositivo analítico en función de la persona que lo consulta, en lugar de una regla ritualizada, utiliza una regla sensible a cada caso en su singularidad. Un ejemplo de esto fue la sesión corta, frente al estándar de los 50 minutos impuestos por la IPA. Lacan no alentaba el bla bla blá vacío, la charlatanería, sino que se sostenía en una ética del silencio, buscando la reducción de la palabra vacía.
En la época que escribe este trabajo se enfrenta con la novedad de la contratransferencia, y su respuesta a este concepto fue mostrar cómo más allá de la ilusión intersubjetiva que es la que sostiene el enfoque de la contratransferencia, el analista se debe presentar libre de prejuicios, lejos de su saber y de su persona.

flory2- Respecto del momento de sus desarrollos teóricos, si dividimos su enseñanza en períodos de 10 años, comenzando en el año 1940, este texto del año 1958, pertenecería al segundo período, entre los años 50 y 60. Ubicamos aquí al período estructuralista de Lacan, donde el énfasis está puesto en el registro simbólico, donde define al inconsciente estructurado como un lenguaje, donde establece claramente las diferencias entre el Sujeto y el Yo, donde el soporte fundamental lo ubica en la cadena significante, en la palabra verdadera, donde define al síntoma como metáfora y el final del análisis como la asunción del ser para la muerte. Más adelante, hablará del fin de análisis del lado del atravesamiento del fantasma, cuando ya tiene conceptualizado al objeto a y finalmente de la identificación al síntoma.
Ubicado el marco general vamos directo al Escrito.

Este Escrito tiene para nosotros un gran interés por ser un texto eminentemente clínico y si bien es uno de los trabajos de la primera época de su enseñanza, sigue teniendo toda la actualidad.
¿Por qué digo que es actual? Porque se trata de una interrogación respecto de lo que hace un analista pensada desde un analista, se trata del testimonio de un analista que se propone pensar lo que hace en su práctica y esa posición de pregunta y de cuestionamiento a la acción del analista, está por fuera del tiempo.
El texto se divide en cinco partes:
– I. ¿Quién analiza hoy? Con 7 puntos. Es una pregunta sobre quién es el analista, una pregunta sobre el ser del analista.
– II. ¿Cuál es el lugar de la interpretación? Con 9 puntos. Es un capítulo dedicado a la interpretación y al lugar que ocupa.
– III. ¿Cuál es la situación actual de la transferencia? Con 8 puntos. Lacan pasa de interrogar la interpretación a la transferencia, si bien la transferencia recorre todo el texto.
– IV. ¿Cómo actuar con el propio ser? Con 11 puntos. Es una pregunta que plantea la problemática de la acción del analista, antecedente de lo que luego teorizará como el acto analítico.
– V. Hay que tomar el deseo a la letra. Con 19 puntos. Se ordena la función del deseo en el análisis, no como una entidad, no como un objeto determinado, sino como un lugar que puede estar ocupado o vacío.
Los cuatro primeros son cuatro preguntas, sólo el quinto es una afirmación, precisamente cuando se refiere al deseo y al modo de tomarlo, a la letra. Habrá que preguntarse e interpretar el por qué.

En Francia había aparecido un volumen titulado: «La psychanalyse d’aujourd’hui «, «El psicoanálisis de hoy», bajo la dirección de Nacht, donde se presenta la actualidad psicoanalítica francesa de esa época.

El primer capítulo: ¿Quién analiza hoy? es una respuesta a la lectura de ese volumen.
Lacan interroga a los psicoanalistas para que le respondan en primer lugar ¿qué es un psicoanalista? y en segundo lugar, ¿cuál es la acción propia del psicoanalista? La acción propia del analista implica saber qué es lo que un analista hace en un análisis, para lo cual le exige volver a reconsiderar la conceptualización de la transferencia y de la interpretación.
El analista aquí interrogado no es un analista pasivo, sino todo lo contrario, el rasgo de la actividad lo caracteriza en la medida en que es el que dirige la cura y esta acción del analista está íntimamente articulada con la cuestión del ser del analista, que es el cuarto punto del texto. En esta acción el analista no puede ignorar la parte que le corresponde a su propio ser.
Lacan trata de desentrañar los principios de su poder, introduciendo el campo del lenguaje y poniendo en juego la función de la palabra como modo de dar cuenta de la experiencia analítica. En este escrito trata de situar la acción del analista a nivel del orden simbólico, cuestionando el desvío al que fue llevado al análisis cuando se lo piensa o se lo practica a nivel del registro imaginario. La conclusión lógica de lo que se interroga en este Escrito, es el antecedente de lo que más adelante teorizará como los cuatro discursos. Allí aparecerán los fundamentos de lo que es propio del discurso del analista y sus diferencias con los otros discursos.

Lacan considera necesario probar, demostrar y dar cuenta de la experiencia analítica como algo que no es del orden de lo inefable, sino que puede explicarse, articularse, en la medida en que sabemos cómo está estructurada. Para que una praxis no se reduzca al ejercicio de un poder, tiene que estar orientada, determinada por la racionalidad de la praxis misma.
Cuando Lacan en el primer capítulo se interroga por los efectos que tiene sobre el analizado la persona del analista, está apuntando por un lado a rectificar la noción de contratransferencia y por otro, a poner en evidencia que lo que esta noción enmascara es la posición del analista. Vemos en este punto los antecedentes del Deseo del Analista, concepto que luego va a aislar como la función pivote y central de la experiencia analítica. Su objetivo es valerse de la estructura simbólica como poder y no del poder de los fenómenos personales. Es a partir de la potencia de lo simbólico que podemos diferenciar la estrategia, la táctica y la política como tres modos posibles de hacer con ese poder, de hacer que ese poder no sea el ejercicio de un poder.
Táctica, estrategia y política son tres maneras de decir interpretación, transferencia y aquello que se refiere a la cuestión del ser del analista.
Respecto de la interpretación, hay un esfuerzo de Lacan por elaborar una topología de la interpretación. Critica a los psicoanalistas de su época porque para definir lo que es una interpretación, comienzan diciendo lo que una interpretación no es y eso ocurre porque no saben cuál es la estructura en la cual se sostiene. La dificultad que Lacan pone en evidencia es que lo que los analistas no pueden explicar es el efecto de cambio en el sujeto, es el poder creador y transformador de la interpretación. Para explicar lo que es una interpretación Lacan tiene que introducir su doctrina del significante, que un año antes nos presenta en «La instancia de la letra en el inconsciente o la razón después de Freud «.

En el punto III se interroga por la transferencia, tomando como referencia un trabajo de Daniel Lagache, que le sirve para hacer la diferencia entre estructura de transferencia y noción o fenómeno de transferencia. Distingue tres fases, 1- el enamoramiento primero, 2- la trama de las satisfacciones, 3- el tramo final.
Lacan retoma la trilogía frustración, agresión, regresión para reemplazarla por el binomio: demanda – deseo. También reemplaza la palabra «técnica» por «acción analítica». Su esfuerzo se dirige a separar a los analistas de una perspectiva técnica para orientarlos hacia una acción, antecedente como decíamos, del acto.

A partir de autores como Anna Freud, Strachey, Balint, Ferenczi, representantes de las corrientes analíticas de su época, Lacan va construyendo su propia teoría de la transferencia, oponiéndose a la legitimidad otorgada al Yo, por estos autores y fundamentalmente por Anna Freud. Establece una diferencia entre el Yo y la pulsión, ubicando a la demanda como la única realidad de la pulsión.
En el punto IV Lacan introduce la pregunta de cómo actuar con el propio ser. Subrayaremos 3 ejes partiendo de ubicar en el corazón de la experiencia la falta en ser:
1- la falta en ser del lado del sujeto analizante ubicado en el corazón de la experiencia. Se trata de un ser en la demanda.
2- la falta en ser del lado del analista. Lo plantea desde el final de análisis para marcar que se trata de un ser en el deseo y lo vincula a la transferencia. El ser del analista operando en el dispositivo no es ajeno a la palabra del analizante.
3- la relación entre demanda e identificación, como callejón sin salida de los que piensan el final de análisis del lado de la identificación al analista.
En el V y último capítulo, nos introduce en la cuestión del deseo: Hay que tomar el deseo a la letra.

Los capítulos anteriores son polémicos, Lacan critica, contesta, examina, habla de y con sus contemporáneos, discute con los analistas de su tiempo. En cambio, este capítulo es casi el programa para los psicoanalistas del momento. Ya no dirá lo qué no hay que hacer, sino lo que hay que hacer y cómo hay que tomar la experiencia. Lacan intenta definir qué es analizar y qué se analiza.

El término central en esta última parte del Escrito es el deseo.
Encontraremos aquí un desarrollo sobre el inconsciente estructurado como un lenguaje y después un desarrollo sobre el inconsciente, o sea, hay dos sentidos de inconsciente, el inconsciente como deseo, que coincide con el análisis de la bella carnicera y luego Lacan intenta contestar a la pregunta de lo que es el deseo inconsciente, desarrollo que culmina con la evocación del significante sin par: el falo.
El falo como significante, es la brújula para orientarse en la dirección de ese lugar del deseo, pero no sólo, es también fundamental en este momento de su enseñanza, para ubicar la conclusión de la cura.
Desde esta perspectiva, sería interesante leer en este Escrito lo que podríamos llamar un inventario de la variedad clínica de las salidas de análisis.
Me detengo en este punto esperando que esta introducción pueda servir de orientación para lo que seguiremos trabajando de aquí en más y sobre todo en nuestro encuentro de octubre ya en vivo y en directo.

Flory Kruger

Comisión organizadora
Director del INES: Mauricio Tarrab
Presidente del Comité Consultivo: Clara María Holguín
Comisión INES
Elida Ganoza
Viviana Berger
María Eugenia Cardona
Gisela Cordido

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