Nora, nunca fue mi docente universitaria pero sabía que era una maestra que lograba encender el deseo.
Dos encuentros: en el pregrado me invita a ser parte de su grupo de practicantes y luego, recuerdo con tanto agrado la risa viva que nos pegamos juntos: «Me dicen que eres muy buen estudiante, ¿o eres puro cuento?» Le digo, sí, puro cuento, por eso voy a mi análisis para hablar de esos cuentos.
En la maestría, con sus dificultades, siempre atenta a que estemos bien: «¿Ya comieron chicos?» Nos reimos muchas veces, me permitió jugar con el lenguaje.