Mi primer contacto con el psicoanálisis en Ecuador, antes de venir de Argentina, fue Nora Guerrero, una guerrera.
Mi psicoanalista en Buenos Aires por aquel momento, fue quien me refirió su nombre, habiendo sido ambos compañeros docentes de una cátedra de psicoanálisis en la Facultad de Psicología de la UBA. Me pasó su dirección postal y POBOX, y así fue que le escribí anticipándole que vendría a vivir a Ecuador, y recibí su amable respuesta indicándome sus teléfonos para que le contacte cuando estuviera en el país.
Le conocí en el tiempo que era el “Colegio ecuatoriano de psicoanálisis”, en ocasión de un seminario que dio el psicoanalista Gerardo Réquiz en Guayaquil, y haciéndome llegar esta información fue allí que nos conocimos y me recibió con su amplia sonrisa. Es decir, Nora Guerrero de Medina, fue el nexo inicial para mí con el psicoanálisis en Ecuador.
Un gran dolor por su partida y recordarla siempre por su contribución tan valiosa en los distintos ámbitos que participó impulsando la transmisión y para el sostenimiento del psicoanálisis.