LaLeo #1
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EDITORIAL
Con mucho gusto y entusiasmo presentamos nuestra primera edición de LaLeo, el Boletín de las X Jornadas de la NEL que se realizarán en la NEL-Ciudad de México el próximo mes de octubre, con el título de convocatoria “¿Qué madres hoy? Vicisitudes en la experiencia analítica.»
El Boletín LaLeo tiene por misión recoger las distintas producciones que el impulso del trabajo hacia las jornadas irá provocando, y darlos a conocer tanto a nuestra comunidad de Escuela como a los profesionales, estudiantes y amigos del psicoanálisis que puedan sentirse interesados en el esfuerzo de elaboración al que éstas invitan. Asimismo, será un instrumento fundamental de comunicación de noticias y datos de interés tanto de la organización de las jornadas como de los eventos relacionados con ella.
Para esto, contamos con una comisión editorial conformada por miembros de la NEL y asociados de la NEL-CdMx, entusiasta anfitriona en esta ocasión. Y por supuesto, de todos aquellos que desde las distintas comisiones de trabajo y gracias a los carteles, invitaciones y también por iniciativas espontáneas, nos hagan llegar sus propuestas de colaboración a esta comisión editorial.
LaLeo, el título de nuestro boletín, está inspirado en las referencias y el equívoco que el propio título de las jornadas nos propone, abriendo un hermoso abanico de posibilidades que esperamos resuene en los materiales que alimenten sus ediciones.
El laleo, ese tiempo entre el balbuceo de sonidos y su articulación entonada jugando con inflexiones y modulaciones sonoras para gozar de ellas, es un tiempo tan necesario como decisivo en el camino de la constitución subjetiva de un niño. Camino que no es sin ese Otro primordial, la madre. Por un lado, ella es gestora de la emergencia del goce precipitado del intercambio libidinal, localizado en ciertas zonas que serán erógenas por esto mismo. Por otro, es portadora de una lengua de la que una cierta transmisión permitirá que el niño extraiga los pedazos que, amarrados a esas emergencias de goce, formarán piezas sueltas con las que contará, de modo singular, para sus construcciones futuras. Laleo remite entonces al hijo y a su madre, en las múltiples y diferentes formas de interacción que toman los encuentros y desencuentros, éxitos y fracasos tempranos y cruciales en el devenir del ser hablante. También a los efectos subjetivos que ellos tienen, para ambos. Y, por supuesto, al no-todo en juego allí, con sus marcas inexorablemente decisivas. Escrituras que un análisis, llegado el caso, podrá leer.
Y por ser un boletín -¡y porque nos gusta!- nos dejamos jugar por el equívoco, en tanto este esfuerzo lo será también de escritura para algunos, pero más aún de lectura para muchos a los que esperamos llegar, contribuyendo a que este gran evento que serán nuestras X Jornadas deje indelebles huellas de formación para cada uno de los que acudan a la cita.
Hacemos nuestras las palabras finales del argumento: ¡Todos concernidos! ¡Todos invitados! ¡Cada uno bienvenido!
Estamos en marcha.
Comisión Editorial
Ana Viganó (responsable), María Victoria Clavijo, Gladys Martínez, Fernando Eseverri, Cintyha Estrada-Plançon y Rosana Fautsch.
ARGUMENTO
No hay hijo sin madre. Todos, incluso bajo las múltiples formas que cada época y cada contingencia de la vida imponen, tenemos una madre. Es así que las historias de ser madre atraviesan la historia misma de la humanidad. Sin embargo, asumirse como madre no es algo del orden de lo natural. El surgimiento del psicoanálisis de la mano de Freud y la enseñanza de Lacan, echó luz sobre las múltiples aristas que hacen parte de esta función tan compleja a partir de las problemáticas surgidas de la experiencia analítica misma.
Es el Otro materno el que, con los ropajes que cada tiempo provee, se encarga de recibir al niño en el cuerpo a cuerpo que caracteriza los primeros cuidados que mezclan amores, deseos, miedos, angustias, satisfacciones, objetos de intercambio que van y vienen, palabras dichas, no dichas, huellas memorables que se encarnan en la lengua privada de cada niño. Las consecuencias de los cuidados que la madre ofrece ‒o niega‒ al cuerpo indefenso y dependiente de su hijo, delinean programas de satisfacción que se encuentran en la base de las construcciones fantasmáticas.
Freud enfatizó la importancia del amor materno cuando puso a Goethe como ejemplo de éxito por haber sido el hijo preferido de su madre. Asimismo, situó la maternidad como una de las salidas al problema de la feminidad, pretendiendo que la mujer compensara su falta imaginaria a través de un hijo. La experiencia le mostró el límite que objeta, sin invalidarlas, ambas propuestas. Por un lado, lo real marca esos primeros amores que tienen lugar entre la madre y el niño y por tanto la madre misma es un real para ese hijo y no solo una representación simbólica. Por otro, la salida por la maternidad dejaba para las mujeres algo sin resolver, la pregunta por lo que quiere una mujer.
Lacan enfatizó el deseo materno y llegó a situarlo no en la vía de la madre sino de la mujer, extremando las fallas que esta solución compensatoria evidenciaba. Las marcas de lo real en este amor están dadas por ese Otro goce, femenino, que no alcanza a ser reabsorbido por la maternidad y aparece opaco, silencioso, indescifrable. Lacan usó la palabra estrago para referirse a la relación con el deseo materno y lo graficó con el hijo y la hija dentro de la boca abierta de un cocodrilo a punto de cerrarse, imagen que ilustra que el goce jugado aquí tiene sus riesgos. Pero es también desde esa opacidad riesgosa que el niño podrá producir una respuesta única, un decir propio sobre ese enigma.
El amor de una madre, con todos estos pliegues y texturas, humaniza al niño introduciendo en él la dimensión de la lengua materna cuyos efectos ‒inconscientes‒ acompañarán al hijo toda su vida. La feminidad de la mujer que es cada madre podrá mostrar su cara feroz, caprichosa, omnipotente. O, poniendo en juego el no-todo desde el cual pueda surgir un amor más singular, más creativo, menos aprisionado, dar lugar a la potencia creadora del hijo que no es ni más ni menos su posibilidad de hacer síntomas con los cuales inventarse una vida vivible.
Sin dudas el padre juega también su partida a la hora de prestar-se en el intercambio que anude para cada quien las vicisitudes del amor, el deseo y el goce. Los efectos que verificamos de la declinación de su función favorecen la primacía de la madre, en su versión más desregulada. Nuevas feminidades y nuevas virilidades tienen lugar en una escena familiar que se multiplica en versiones que no son como eran, y para las que es necesario encontrar nuevas respuestas.
La reivindicación de los derechos de la mujer en nuestro tiempo y su ascenso en el ámbito social, ponen en cuestión la función que tradicionalmente se le asignaba como cuidadora del hogar y de los hijos al punto de elevar, en algunos casos, a la categoría de ideal el abstenerse de la maternidad. O por el contrario, plantear a quien se ponga como interlocutor oportuno ‒la ciencia, el discurso jurídico, o el mercado incluso‒ la demanda implacable: ¡Quiero un hijo! Asimismo, las nuevas configuraciones familiares favorecen la asunción de la función materna en otros sustitutos de tal forma que escuchamos a los niños decir por ejemplo: “Él es mi madre” o “Ellos lo son”, “Tengo dos mamás”, “Hijo de nanas” o “Hijos del Ipad”, “Mi abuela es mi madre”, “Mi madre biológica”, “La donante del óvulo”, “La madre del vientre”, “La madre del corazón”, y muchos etcéteras que pueblan los relatos. Que madre hay una sola, ya nos advertía Mafalda, es algo que en todo caso habrá que demostrar subjetivamente, uno por uno, caso por caso.
¿Qué madres hoy? Vicisitudes en la experiencia analítica, es la convocatoria a un trabajo que lanzamos desde ahora y que tendrá su punto de arribo en nuestras próximas Jornadas. ¡Todos concernidos! ¡Todos invitados! ¡Cada uno bienvenido!
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